Inmersion Poetas - Flipbook - Page 274
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E clesiast é s
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mueren, y algún otro —incluso un extraño— termina disfrutando de toda
esa abundancia. Eso no tiene sentido, es una tragedia terrible.
Un hombre podría tener cien hijos y llegar a vivir muchos años. Pero si
no encuentra satisfacción en la vida y ni siquiera recibe un entierro digno,
sería mejor para él haber nacido muerto. Entonces su nacimiento habría
sido insignificante, y él habría terminado en la oscuridad. Ni siquiera habría tenido un nombre ni habría visto la luz del sol o sabido que existía.
Sin embargo, habría gozado de más paz que si hubiera crecido para convertirse en un hombre infeliz. Podría vivir mil años o el doble, y ni aun así
encontrar satisfacción; y si al final de cuentas tiene que morir como todos,
¿de qué le sirve?
Toda la gente se pasa la vida trabajando para tener qué comer, pero parece que nunca le alcanza. Entonces, ¿de verdad están los sabios en mejores condiciones que los necios? ¿Ganan algo los pobres con ser sabios y
saber comportarse frente a otros?
Disfruta de lo que tienes en lugar de desear lo que no tienes; soñar con
tener cada vez más no tiene sentido, es como perseguir el viento.
Todo ha sido decidido. Ya se sabía desde hace tiempo lo que cada persona
habría de ser. Así que no sirve de nada discutir con Dios acerca de tu destino.
Cuantas más palabras decimos, menos sentido tienen. Entonces, ¿para
qué sirven?
En la brevedad de nuestra vida sin sentido, ¿quién conoce cómo pasar
mejor nuestros días? Nuestra vida es como una sombra. ¿Quién sabe lo
que sucederá en este mundo después de la muerte?
Vale más una buena reputación que un perfume costoso.
Y el día que morimos es mejor que el día que nacemos.
Vale más pasar el tiempo en funerales que en festejos.
Al fin y al cabo, todos morimos,
así que los que viven deberían tenerlo muy presente.
Es mejor el llanto que la risa,
porque la tristeza tiende a pulirnos.
El que es sabio piensa mucho en la muerte,
mientras que el necio solo piensa en divertirse.
Es mejor ser criticado por un sabio
que alabado por un necio.
La risa del necio se apaga enseguida,
como los espinos que crepitan en el fuego.
Eso tampoco tiene sentido.
La extorsión vuelve necio al sabio,
y el soborno corrompe el corazón.