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INMERSIÓN
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P O E TA S
3:9–4:3
¿Qué es lo que en verdad gana la gente a cambio de tanto trabajo? He visto
la carga que D
ios puso sobre nuestros hombros. Sin embargo, D
ios lo hizo
todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el
corazón humano, pero aun así el ser humano no puede comprender todo
el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin. Así que
llegué a la conclusión de que no hay nada mejor que alegrarse y disfrutar
de la vida mientras podamos. Además, la gente debería comer, beber y
aprovechar el fruto de su trabajo, porque son regalos de Dios.
También sé que todo lo que D
ios hace es definitivo. No se le puede
agregar ni quitar nada. El propósito de Dios es que el ser humano le tema.
Los sucesos del presente ya ocurrieron en el pasado, y lo que sucederá
en el futuro ya ocurrió antes, porque Dios hace que las mismas cosas se
repitan una y otra vez.
También noté que, bajo el sol, la maldad está presente en el juzgado. Sí,
¡hasta en los tribunales de justicia hay corrupción! Me dije: «A su debido
tiempo, D
ios juzgará a todos, tanto a los malos como a los buenos, por
cada cosa que hayan hecho».
También reflexioné acerca de la condición humana, sobre cómo D
ios
les hace ver a los seres humanos que son como los animales. Pues tanto
las personas como los animales tienen el mismo destino: ambos respiran y
ambos mueren. Así que las personas no tienen una verdadera ventaja sobre
los animales. ¡Qué absurdo! Ambos terminan en el mismo lugar: del polvo
vienen y al polvo vuelven. Pues, ¿quién puede demostrar que el espíritu
humano va hacia arriba y el espíritu de los animales desciende al fondo de
la tierra? Entonces me di cuenta de que no hay nada mejor para la gente
que ser feliz con su trabajo. Ese es nuestro destino, y nadie nos puede traer
de regreso para ver qué pasa después de que hayamos muerto.
Además, observé toda la opresión que sucede bajo el sol. Vi las lágrimas
de los oprimidos, y no había nadie para consolarlos. Los opresores tienen
mucho poder y sus víctimas son indefensas. Entonces llegué a la conclusión de que los muertos están mejor que los vivos; pero los más afortunados de todos son los que aún no nacen, porque no han visto toda la maldad
que se comete bajo el sol.