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INMERSIÓN
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P O E TA S
9:18–10:12
Pero aquellos que pasen necesidad no quedarán olvidados para
siempre;
las esperanzas del pobre no siempre serán aplastadas.
¡Levántate, oh Señor!
¡No permitas que simples mortales te desafíen!
¡ Juzga a las naciones!
Haz que tiemblen de miedo, oh Señor;
que las naciones sepan que no son más que
seres humanos.
Oh Señor, ¿por qué permaneces tan distante?
¿Por qué te escondes cuando estoy en apuros?
Con arrogancia los malvados persiguen a los pobres;
¡que sean atrapados en el mal que traman para otros!
Pues hacen alarde de sus malos deseos;
elogian al codicioso y maldicen al Señor.
Los malvados son demasiado orgullosos para buscar a Dios;
parece que piensan que Dios está muerto.
Sin embargo, prosperan en todo lo que hacen.
No ven que les espera tu castigo;
miran con desdén a todos sus enemigos.
Piensan: «¡ Jamás nos sucederá algo malo!
¡Estaremos para siempre sin problemas!».
Su boca está llena de maldiciones, mentiras y amenazas;
tienen maldad y violencia en la punta de la lengua.
Se esconden en emboscada en las aldeas,
a la espera para matar a gente inocente;
siempre buscan víctimas indefensas.
Como leones agazapados en sus escondites,
esperan para lanzarse sobre los débiles.
Como cazadores capturan a los indefensos
y los arrastran envueltos en redes.
Sus pobres víctimas quedan aplastadas;
caen bajo la fuerza de los malvados.
Los malvados piensan: «¡Dios no nos mira!
¡Ha cerrado los ojos y ni siquiera ve lo que
hacemos!».
¡Levántate, oh Señor!
¡Castiga a los malvados, oh Dios!
¡No te olvides de los indefensos!
Interludio