Inmersion Poetas - Flipbook - Page 22
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S almos
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SALMO 9–10
Para el director del coro: salmo de David; cántese con la melodía de «Muerte
del hijo».
Te alabaré, Señor, con todo mi corazón;
contaré de las cosas maravillosas que has hecho.
Gracias a ti, estaré lleno de alegría;
cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo.
Mis enemigos retrocedieron,
tambalearon y murieron cuando apareciste.
Pues has juzgado a mi favor;
desde tu trono juzgaste con imparcialidad.
Reprendiste a las naciones y destruiste a los malvados;
borraste sus nombres para siempre.
El enemigo está acabado; quedó en ruinas eternas.
Las ciudades que arrancaste de raíz ya pasaron al olvido.
Pero el Señor reina para siempre;
desde su trono lleva a cabo el juicio.
Juzgará al mundo con justicia
y gobernará a las naciones con imparcialidad.
El Señor es un refugio para los oprimidos,
un lugar seguro en tiempos difíciles.
Los que conocen tu nombre confían en ti,
porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan.
Canten alabanzas al Señor, que reina en Jerusalén.
Cuéntenle al mundo acerca de sus inolvidables hechos.
Pues el vengador de los que son asesinados cuida de los indefensos;
no pasa por alto el clamor de los que sufren.
Señor, ten misericordia de mí.
Mira cómo me atormentan mis enemigos;
arrebátame de las garras de la muerte.
Sálvame, para que te alabe públicamente en las puertas de Jerusalén,
para que me alegre porque me has rescatado.
Las naciones han caído en el hoyo que cavaron para otros;
sus propios pies quedaron atrapados en la trampa que tendieron.
Al Señor lo conocen por su justicia;
los malvados son presos de sus propias
acciones.
Interludio de silencio
Los malvados descenderán a la tumba;
este es el destino de las naciones que se olvidan de Dios.