Inmersion Poetas - Flipbook - Page 206
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C antar de los C antares
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Ven, amor mío, salgamos a las praderas
y pasemos la noche entre las flores silvestres.
Levantémonos temprano y vayamos a los viñedos
para ver si brotaron las vides,
si ya abrieron las flores,
y si las granadas están en flor.
Allí te daré mi amor.
Allí las mandrágoras dan su aroma,
y los mejores frutos están a nuestra puerta,
deleites nuevos y antiguos,
que he guardado para ti, amado mío.
¡Cómo quisiera que fueras mi hermano,
el que mamó de los pechos de mi madre!
Así podría besarte sin pensar en quién nos mira,
y nadie me criticaría.
Te llevaría al hogar de mi infancia,
y allí tú me enseñarías.
Te daría a beber vino con especias,
mi dulce vino de granada.
Tu brazo izquierdo estaría bajo mi cabeza
y tu brazo derecho me abrazaría.
Prométanme, oh mujeres de Jerusalén,
que no despertarán al amor hasta que llegue el momento apropiado.
¿Quién es esa que viene majestuosamente desde el desierto
recostada sobre su amante?
Desperté tus deseos bajo el manzano,
donde tu madre te dio a luz,
donde con tanto dolor te trajo al mundo.
Ponme como un sello sobre tu corazón,
como un sello sobre tu brazo.
Pues el amor es tan fuerte como la muerte,
y sus celos, tan duraderos como la tumba.
El amor destella como el fuego
con la llama más intensa.