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INMERSIÓN
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P O E TA S
124:6–126:6
¡Alaben al Señor,
quien no permitió que nos despedazaran con sus dientes!
Escapamos como un pájaro de la trampa del cazador;
¡la trampa se rompió y somos libres!
Nuestra ayuda viene del Señor,
quien hizo el cielo y la tierra.
SALMO 125
Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.
Los que confían en el Señor están seguros como el monte Sión;
no serán vencidos, sino que permanecerán para siempre.
Así como las montañas rodean a Jerusalén,
así rodea el Señor a su pueblo, ahora y siempre.
Los perversos no gobernarán la tierra de los justos,
porque entonces los justos podrían ser tentados a hacer el mal.
Oh Señor, haz bien a los que son buenos,
a los que tienen el corazón en armonía contigo.
Pero expulsa a los que recurren a caminos torcidos, oh Señor;
llévatelos junto con aquellos que hacen el mal.
¡Que Israel tenga paz!
SALMO 126
Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.
Cuando el Señor trajo a los desterrados de regreso
a Jerusalén,
¡fue como un sueño!
Nos llenamos de risa
y cantamos de alegría.
Y las otras naciones dijeron:
«Cuántas maravillas ha hecho el Señor por ellos».
¡Así es, el Señor ha hecho maravillas por nosotros!
¡Qué alegría!
Restaura nuestro bienestar, Señor,
como los arroyos renuevan el desierto.
Los que siembran con lágrimas
cosecharán con gritos de alegría.
Lloran al ir sembrando sus semillas,
pero regresan cantando cuando traen la cosecha.