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INMERSOS EN SALMOS
H AY M O M E N T O S E N L A V I D A que necesitan ser expresados con toda la
fuerza de la emoción humana. Y nada suple mejor esa necesidad que
ponerle música a una letra. Por eso no debe sorprendernos que el antiguo Israel tuviera un cancionero, utilizado en las grandes asambleas
en el templo, y también en escenarios menores en las comunidades
locales. Salmos es un libro de cantos poéticos, y muchos todavía tienen
adjuntados símbolos musicales, instrucciones e incluso los nombres de
los tonos musicales. El hecho de que nuestras Escrituras incluyan expresiones tan profundas como estas —del pueblo de Dios hablándole
directamente a él— indica que Dios quiere escucharnos. Quiere que le
expresemos nuestros más profundos anhelos y sentimientos.
Estos cantos fueron reunidos en el período posterior al exilio de Israel
en Babilonia para conformar la gran colección que tenemos hoy, aunque
muchos se preservaron de épocas anteriores. El rey David está relacionado con setenta y tres de ellos, casi la mitad del número total. (Nuestra
colección ahora incluye 150 salmos, aunque tanto los salmos 9/10 como
los salmos 42/43 fueron escritos originalmente como un salmo y divididos posteriormente. Y un salmo se repite dos veces, al aparecer como
Salmo 14 y como Salmo 53). Nacidos del viaje espiritual de un individuo
o de la experiencia de la comunidad del pueblo de Dios, todos ellos
llegaron a ser utilizados en la adoración conjunta de Israel.
Pero Salmos es más que un cancionero. A medida que se reunía la
colección de poemas hebreos, se fue conformando en cinco «libros»,
cada uno de los cuales se cierra con una doxología (palabras especiales
de alabanza a Dios). Estos cinco libros de salmos hacen referencia a los
cinco libros de Moisés (la Torá) al comienzo de la Biblia. Así como la
Torá fue escrita para la instrucción y el estudio, el libro de Salmos llegó
a ser utilizado de la misma manera. De hecho, el Salmo 1 parece haber
sido ubicado primero precisamente para animar al pueblo a meditar
en los Salmos como un libro de instrucción. Esto muestra que estos
cantos que se cantaban como adoración también podían ser leídos
como Escrituras.
Estos cantos poéticos están escritos en la forma habitual de la poesía hebrea, con grupos de versos paralelos. El segundo verso repite,
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