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INMERSIÓN
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P O E TA S
89:4-21
“Estableceré a tus descendientes como reyes para siempre;
se sentarán en tu trono desde ahora y hasta la
eternidad”».
Interludio
Todo el cielo alabará tus grandes maravillas, Señor;
multitudes de ángeles te alabarán por tu fidelidad.
Pues, ¿quién se compara con el Señor en todo el cielo?
¿Qué ángel poderosísimo se asemeja en algo al Señor?
Los poderes angélicos más altos quedan en reverencia ante Dios con
temor;
él es mucho más imponente que todos los que rodean su trono.
¡Oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales!
¿Dónde hay alguien tan poderoso como tú, oh Señor?
Eres completamente fiel.
Gobiernas los océanos;
dominas las olas embravecidas por la tormenta.
Aplastas al gran monstruo marino;
dispersas a tus enemigos con tu brazo poderoso.
Los cielos te pertenecen y la tierra también;
todo lo que hay en el mundo es tuyo; tú lo creaste todo.
Creaste el norte y el sur;
el monte Tabor y el monte Hermón alaban tu nombre.
¡Poderoso es tu brazo!
¡Fuerte es tu mano!
Tu mano derecha se levanta en alto con gloriosa fuerza.
La rectitud y la justicia son el cimiento de tu trono;
el amor inagotable y la verdad van como séquito delante de ti.
Felices son los que oyen el alegre llamado a la adoración,
porque caminarán a la luz de tu presencia, Señor.
Todo el día se alegran de tu maravillosa fama;
se regocijan por tu justicia.
Tú eres la fuerza gloriosa de ellos.
A ti te agrada hacernos fuertes.
Así es, nuestra protección viene del Señor,
y él, el Santo de Israel, nos ha dado nuestro rey.
Hace mucho tiempo hablaste a tu pueblo fiel en una visión.
Dijiste: «He levantado a un guerrero;
lo seleccioné de la gente común para que fuera rey.
Encontré a mi siervo David;
lo ungí con mi aceite santo.
Con mi mano lo mantendré firme;
con mi brazo poderoso, lo haré fuerte.