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INMERSIÓN
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P O E TA S
80:8–81:5
Solo entonces seremos salvos.
Nos sacaste de Egipto como a una vid;
expulsaste a las naciones paganas y nos trasplantaste a tu tierra.
Limpiaste el terreno para nosotros,
y echamos raíces y llenamos la tierra.
Nuestra sombra cubrió las montañas;
nuestras ramas cubrieron los poderosos cedros.
Extendimos las ramas al occidente, hacia el mar Mediterráneo;
nuestros retoños se extendieron al oriente, hacia el río Éufrates.
Pero ahora, ¿por qué has derribado nuestras murallas
de modo que todos los que pasan pueden robarse nuestros frutos?
Los jabalíes del bosque los devoran,
y los animales salvajes se alimentan de ellos.
Te suplicamos que regreses, oh Dios de los Ejércitos Celestiales.
Observa desde los cielos y mira nuestro aprieto.
Cuida de esta vid
que tú mismo plantaste,
este hijo que criaste para ti.
Somos cortados y quemados por nuestros enemigos;
que perezcan al ver tu ceño fruncido.
Fortalece al hombre que amas,
al hijo que elegiste.
Entonces jamás volveremos a abandonarte.
Revívenos para que podamos invocar tu nombre una vez más.
Haznos volver a ti, oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales;
haz que tu rostro brille sobre nosotros.
Solo entonces seremos salvos.
SALMO 81
Para el director del coro: salmo de Asaf; acompáñese con instrumento de cuerda.
Entonen alabanzas a Dios, nuestra fuerza;
canten al Dios de Jacob.
¡Canten! Toquen la pandereta.
Hagan sonar la dulce lira y el arpa.
¡Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva
y otra vez en la luna llena, para convocar a un festival!
Pues los decretos de Israel así lo exigen;
es una ordenanza del Dios de Jacob.
Él lo hizo ley para Israel
cuando atacó a Egipto para ponernos en libertad.