Inmersion Origenes - Flipbook - Página 95
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G é nesis
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—Ya que no tienen dinero, tráiganme sus animales. Yo les daré alimentos a cambio de sus animales.
Entonces llevaron sus animales a José a cambio de alimentos. A cambio
de sus caballos, rebaños de ovejas y cabras, manadas de ganado y burros,
José les proveyó alimentos para un año más.
Entonces ese año llegó a su fin. Al año siguiente, ellos acudieron nuevamente a José y le dijeron: «No podemos ocultarle la verdad, señor. Se nos
acabó el dinero, y todas nuestras manadas de animales son suyas. Ya no
nos queda nada para entregarle, excepto nuestro cuerpo y nuestras tierras.
¿Por qué morir delante de sus propios ojos? Cómprenos a nosotros y también a nuestras tierras a cambio de alimentos; ofrecemos nuestras tierras y
nos ofrecemos nosotros mismos como esclavos para el faraón. Solamente
provéanos de grano para que podamos vivir y no muramos, y para que la
tierra no quede vacía y desolada».
José, pues, compró toda la t ierra de Egipto para el faraón. Todos los
egipcios le vendieron sus campos debido a que el hambre era severa. Así
que pronto toda la tierra pasó a ser posesión del faraón. Y en cuanto a los
habitantes, los hizo esclavos a todos, desde un extremo de Egipto hasta el
otro. Las únicas tierras que no compró fueron las que pertenecían a los
sacerdotes. Ellos recibían una ración de alimentos directamente del faraón,
por lo cual no tuvieron que vender sus tierras.
Entonces José le dijo al pueblo:
—Miren, hoy los he comprado a ustedes y a sus t ierras para el faraón.
Les proporcionaré semillas para que puedan sembrar los campos. Después, cuando llegue el tiempo de la cosecha, una quinta parte de los cultivos será del faraón. Ustedes podrán quedarse con las otras cuatro quintas
partes como semilla para sus campos y alimento para ustedes, los de su
casa y sus niños.
—¡Usted nos ha salvado la vida! —exclamaron ellos—. Permítanos,
señor nuestro, ser los esclavos del faraón.
Entonces José emitió un decreto, aún vigente en la tierra de Egipto,
según el cual el faraón recibiría una quinta parte de todas las cosechas
cultivadas en su tierra. Solo la región perteneciente a los sacerdotes no
fue entregada al faraón.
Mientras tanto, el pueblo de I srael se estableció en la región de Gosén, en
Egipto. Allí adquirieron propiedades, y fueron prósperos y la población
creció con rapidez. Jacob vivió diecisiete años después de haber llegado a
Egipto, así que en total vivió ciento cuarenta y siete años.
Cuando se acercaba el momento de su muerte, Jacob llamó a su hijo
José, y le dijo:
—Te ruego que me hagas un favor. Pon tu mano debajo de mi muslo
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