Inmersion Origenes - Flipbook - Página 67
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G é nesis
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antepasados —el D
ios de tu abuelo Abraham y el D
ios de mi abuelo
Nacor— para que sea juez entre nosotros».
Entonces Jacob juró, delante del temible D
ios de su padre Isaac, respetar
la línea fronteriza. Luego Jacob ofreció un sacrificio a Dios allí en el monte
e invitó a todos a un banquete para celebrar el pacto. Después de comer,
pasaron la noche en el monte.
Labán se levantó temprano a la mañana siguiente, besó a sus nietos y a
sus hijas, y los bendijo. Después se marchó y regresó a su casa.
Cuando Jacob emprendió nuevamente su viaje, llegaron ángeles de D
ios
a encontrarse con él. Al verlos, Jacob exclamó: «¡Este es el campamento
de Dios!». Por eso llamaron a aquel lugar Mahanaim.
Entonces Jacob envió mensajeros por delante a su hermano Esaú, quien
vivía en la región de Seir, en la tierra de Edom. Y les dijo: «Den este
mensaje a mi señor Esaú: “Humildes saludos de tu siervo Jacob. Hasta
el momento, estuve viviendo con el tío Labán, y ahora soy dueño de
ganado, b urros, rebaños de ovejas y de cabras, y muchos siervos, tanto
varones como mujeres. He enviado a estos mensajeros por delante para
informar a mi señor de mi llegada, con la esperanza de que me recibas
con bondad”».
Después de transmitir el mensaje, los mensajeros regresaron y le informaron a Jacob: «Nos encontramos con su hermano Esaú y ya viene en camino a su encuentro, ¡con un ejército de cuatrocientos hombres!». Jacob
quedó aterrado con la noticia. Entonces separó a los miembros de su casa
en dos grupos, y también a los rebaños, a las manadas y a los camellos,
pues pensó: «Si Esaú encuentra a uno de los grupos y lo ataca, quizá el
otro grupo pueda escapar».
Entonces Jacob oró: «Oh Dios de mi abuelo Abraham y Dios de mi
padre Isaac; oh Señor, tú me dijiste: “Regresa a tu t ierra y a tus parientes”.
Y me prometiste: “Te trataré con bondad”. No soy digno de todo el amor
inagotable y de la fidelidad que has mostrado a mí, tu siervo. Cuando salí
de mi hogar y crucé el río Jordán, no poseía más que mi bastón, ¡pero ahora
todos los de mi casa ocupan dos grandes campamentos! Oh S eñor, te
ruego que me rescates de la mano de mi hermano Esaú. Tengo miedo de
que venga para atacarme a mí y también a mis esposas y a mis hijos. Pero
tú me prometiste: “Ciertamente te trataré con bondad y multiplicaré tus
descendientes hasta que lleguen a ser tan numerosos como la arena a la
orilla del mar, imposibles de contar”».
Así que Jacob pasó la noche en aquel lugar. Luego escogió de sus pertenencias los siguientes regalos para entregar a su hermano Esaú: doscientas
cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros, treinta camellas
con sus crías, cuarenta vacas, diez toros, veinte burras y diez b urros. Separó esos animales en manadas y asignó cada manada a un siervo distinto.
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