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INMERSIÓN
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ORÍGENES
29:5-21
—¿Conocen allí a un hombre llamado Labán, el nieto de Nacor? —les
preguntó.
—Sí, lo conocemos —contestaron.
—¿Y él está bien? —preguntó Jacob.
—Sí, está bien —contestaron—. Mire, ahí viene su hija Raquel con los
rebaños.
—Todavía estamos a plena luz del día —dijo Jacob—, por lo que es
demasiado temprano para reunir a los animales. ¿Por qué no dan ustedes
de beber a las ovejas y a las cabras para que así puedan volver a pastar?
—No podemos dar de beber a los animales hasta que hayan llegado
todos los rebaños —contestaron—. Entonces los pastores quitan la piedra
de la boca del pozo y damos de beber a todas las ovejas y las cabras.
Todavía estaba Jacob hablando con ellos cuando llegó Raquel con los
rebaños de su padre, porque ella era pastora. Ya que Raquel era su prima
—la hija de Labán, el hermano de su madre—, y como las ovejas y las
cabras eran de su tío Labán, Jacob fue al pozo, quitó la piedra que tapaba
la boca y dio de beber al rebaño de su tío. Luego Jacob besó a Raquel y
lloró en voz alta. Le explicó a Raquel que él era su primo por parte de su
padre, el hijo de su tía Rebeca. Enseguida Raquel salió corriendo y se lo
contó a su padre Labán.
En cuanto Labán oyó que su sobrino Jacob había llegado, corrió a encontrarse con él. Lo abrazó y lo besó, y lo llevó a su casa. Cuando Jacob le
contó su historia, Labán exclamó: «¡Verdaderamente eres de mi misma
sangre!».
Jacob se quedó con Labán alrededor de un mes, y después Labán le dijo:
—No deberías trabajar para mí sin recibir pago, solo porque somos parientes. Dime cuánto debería ser tu salario.
Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor se llamaba
Raquel. No había brillo en los ojos de Lea, pero Raquel tenía una hermosa
figura y una cara bonita. Ya que Jacob estaba enamorado de Raquel, le dijo
a su padre:
—Trabajaré para ti siete años si me entregas como esposa a Raquel, tu
hija menor.
—¡De acuerdo! —respondió Labán—. Prefiero entregártela a ti que a
cualquier otro. Quédate y trabaja para mí.
Así que Jacob trabajó siete años para obtener a Raquel; pero su amor por
ella era tan fuerte que le parecieron unos pocos días.
Finalmente llegó el momento de casarse con ella. «He cumplido mi
parte del acuerdo —le dijo Jacob a Labán—. Ahora entrégame a mi esposa
para acostarme con ella».
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