Inmersion Origenes - Flipbook - Página 57
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G é nesis
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Entonces Jacob llevó la comida a su padre, e Isaac la comió. También
bebió el vino que Jacob le sirvió. Luego Isaac le dijo a Jacob:
—Acércate un poco más y dame un beso, hijo mío.
Así que Jacob se le acercó y le dio un beso. Entonces Isaac, al sentir
el olor de la ropa, finalmente se convenció y bendijo a su hijo diciendo:
«¡Ah! ¡El olor de mi hijo es como el olor del campo, que el Señor ha
bendecido!
»Del rocío de los cielos
y la riqueza de la tierra,
que Dios te conceda siempre abundantes cosechas de grano
y vino nuevo en cantidad.
Que muchas naciones sean tus servidoras
y se inclinen ante ti.
Que seas el amo de tus hermanos,
y que los hijos de tu madre se inclinen ante ti.
Todos los que te maldigan serán malditos,
y todos los que te bendigan serán bendecidos».
En cuanto Isaac terminó de bendecir a Jacob y casi antes de que Jacob saliera de la presencia de su padre, Esaú regresó de cazar. Preparó una comida
deliciosa y se la llevó a su padre. Entonces dijo:
—Levántate, padre mío, y come de lo que he cazado, para que puedas
darme tu bendición.
Pero Isaac le preguntó:
—¿Quién eres tú?
—Soy tu hijo, tu hijo mayor, Esaú —contestó.
Isaac comenzó a temblar de manera incontrolable y dijo:
—¿Entonces quién me acaba de servir lo que cazó? Ya he comido, y lo
bendije a él poco antes de que llegaras, ¡y esa bendición quedará en pie!
Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y lleno
de amargura.
—Oh padre mío, ¿y yo? ¡Bendíceme también a mí! —le suplicó.
Pero Isaac le dijo:
—Tu hermano estuvo aquí y me engañó. Él se ha llevado tu bendición.
—Con razón su nombre es Jacob —exclamó Esaú—, porque ahora ya
me ha engañado dos veces. Primero tomó mis derechos de hijo mayor, y
ahora me robó la bendición. ¿No has guardado ni una bendición para mí?
—He puesto a Jacob como tu amo —dijo Isaac a Esaú—, y he declarado
que todos sus hermanos serán sus siervos. Le he garantizado abundancia
de grano y de vino; ¿qué me queda para darte a ti, hijo mío?
—¿Pero acaso tienes una sola bendición? Oh padre mío, ¡bendíceme
también a mí! —le rogó Esaú.
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