Inmersion Origenes - Flipbook - Página 56
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INMERSIÓN
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ORÍGENES
27:5-25
Rebeca oyó lo que Isaac le había dicho a su hijo Esaú. Entonces, cuando
Esaú salió a cazar un animal, ella le dijo a su hijo Jacob:
—Escucha. Oí a tu padre decirle a Esaú: “Caza un animal y prepárame
una comida deliciosa. Entonces te bendeciré en presencia del Señor antes
de morir”. Ahora, hijo mío, escúchame. Haz exactamente lo que yo te diga.
Vete a los rebaños y tráeme dos de los mejores cabritos. Con ellos prepararé el plato favorito de tu padre. Después lleva la comida a tu padre para
que se la coma y te bendiga antes de morir.
—Pero mira —respondió Jacob a Rebeca—, mi hermano Esaú es muy
velludo; en cambio, mi piel es suave. ¿Y si mi padre me toca? Entonces
se dará cuenta de que intento engañarlo, y en lugar de bendecirme, me
maldecirá.
Pero su madre respondió:
—¡Entonces que la maldición caiga sobre mí, hijo mío! Tú simplemente
haz lo que te digo. ¡Sal y tráeme los cabritos!
Así que Jacob salió y consiguió los cabritos para su madre. Rebeca preparó con ellos un plato delicioso, tal como le gustaba a Isaac. Después
tomó las ropas favoritas de Esaú, que estaban allí en casa, y se las dio a su
hijo menor, Jacob. Con la piel de los cabritos, ella le cubrió los brazos y la
parte del cuello donde él no tenía vello. Luego le entregó a Jacob el plato
delicioso y el pan recién horneado.
Entonces Jacob llevó la comida a su padre.
—¿Padre? —dijo.
—Sí, hijo mío —respondió Isaac—. ¿Quién eres, Esaú o Jacob?
—Soy Esaú, tu hijo mayor —contestó Jacob—. Hice tal como me
pediste; aquí está lo que cacé. Ahora levántate y come, para que puedas
darme tu bendición.
—¿Cómo es que encontraste la presa tan pronto, hijo mío?
—¡El Señor tu D
ios la puso en mi camino! —contestó Jacob.
Entonces Isaac le dijo a Jacob:
—Acércate para que pueda tocarte y asegurarme de que de verdad eres
Esaú.
Entonces Jacob se acercó a su padre, e Isaac lo tocó.
—La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú —dijo Isaac.
Sin embargo, no reconoció a Jacob porque, cuando tocó las manos de
Jacob, estaban velludas como las de Esaú. Así que Isaac se preparó para
bendecir a Jacob.
—¿De verdad eres mi hijo Esaú? —preguntó.
—Sí, lo soy —contestó Jacob.
Entonces Isaac dijo:
—Ahora, hijo mío, tráeme lo que cazaste. Primero comeré y después te
daré mi bendición.
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