Inmersion Origenes - Flipbook - Página 55
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G é nesis
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De allí Isaac se mudó a Beerseba, donde el S eñor se le apareció la noche
de su llegada. «Yo soy el D
ios de tu padre Abraham —dijo—. No tengas
miedo, porque yo estoy contigo y te bendeciré. Multiplicaré a tus descendientes, y se convertirán en una gran nación. Lo haré a causa de la promesa que hice a Abraham, mi siervo». Luego Isaac construyó allí un altar
y adoró al Señor. Estableció su campamento en ese lugar, y sus siervos
cavaron otro pozo.
Cierto día, el rey Abimelec llegó desde Gerar con su consejero, Ahuzat, y
también con Ficol, el comandante de su ejército.
—¿Por qué han venido aquí? —preguntó Isaac—. Es evidente que ustedes me odian, ya que me echaron de su tierra.
—Podemos ver claramente que el Señor está contigo —respondieron
ellos—. Por eso queremos hacer un tratado contigo bajo juramento. Jura
que no nos harás daño, ya que nosotros nunca te hemos causado problemas a ti. Siempre te hemos tratado bien, y te despedimos en paz. ¡Y mira
ahora cómo el S eñor te ha bendecido!
Entonces Isaac preparó un banquete para celebrar el tratado, y comieron y bebieron juntos. Temprano a la mañana siguiente, cada uno hizo el
solemne juramento de no interferir con el otro. Luego Isaac los envió de
regreso a su tierra, y ellos se fueron en paz.
Ese mismo día, los siervos de Isaac llegaron y le contaron acerca de un
nuevo pozo que habían cavado. «¡Hemos encontrado agua!», exclamaron
ellos. Por eso Isaac llamó al pozo Seba (que significa «juramento»). Hasta
el día de hoy, la ciudad que surgió allí se llama Beerseba (que significa
«pozo del juramento»).
Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó con dos mujeres hititas: Judit,
hija de Beeri, y Basemat, hija de Elón; pero las esposas de Esaú amargaron
la vida de Isaac y Rebeca.
Cierto día, cuando Isaac ya era viejo y se estaba quedando ciego, llamó a
Esaú, su hijo mayor, y le dijo:
—Hijo mío.
—¿Sí, padre? —respondió Esaú.
—Yo ya soy un hombre viejo —dijo Isaac—, y no sé cuándo moriré.
Toma tu arco y una aljaba llena de flechas, y sal a campo abierto a cazar un
animal para mí. Prepara mi comida preferida y tráemela aquí para que la
coma. Entonces pronunciaré la bendición que te pertenece a ti, mi primer
hijo varón, antes de que yo muera.
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