Inmersion Origenes - Flipbook - Página 53
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G é nesis
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de mellizos. Pero los dos niños luchaban entre sí dentro de su vientre. Así
que ella consultó al Señor:
—¿Por qué me pasa esto? —preguntó.
Y el Señor le dijo:
—Los hijos que llevas en tu vientre llegarán a ser dos naciones, y desde
el principio las dos naciones serán rivales. Una nación será más fuerte que
la otra; y tu hijo mayor servirá a tu hijo menor.
Cuando le llegó el momento de dar a luz, ¡Rebeca comprobó que de verdad tenía mellizos! El primero en nacer era muy rojizo y estaba cubierto de
mucho vello, como con un abrigo de piel; por eso lo llamaron Esaú. Después nació el otro mellizo, a garrando con la mano el talón de Esaú; por eso
lo llamaron Jacob. Isaac tenía sesenta años cuando nacieron los mellizos.
Los muchachos fueron creciendo, y Esaú se convirtió en un hábil cazador.
Él era un hombre de campo, pero Jacob tenía un temperamento tranquilo
y prefería quedarse en casa. Isaac amaba a Esaú porque le gustaba comer
los animales que cazaba, pero Rebeca amaba a Jacob.
Cierto día, mientras Jacob preparaba un guiso, Esaú regresó del desierto,
agotado y hambriento. Esaú le dijo a Jacob:
—¡Me muero de hambre! ¡Dame un poco de ese guiso rojo!
(Así es como Esaú obtuvo su otro nombre, Edom, que significa «rojo»).
—Muy bien —respondió Jacob—, pero dame a cambio tus derechos
de hijo mayor.
—Mira, ¡me estoy muriendo de hambre! —dijo Esaú—. ¿De qué me
sirven ahora los derechos de hijo mayor?
Pero Jacob dijo:
—Primero tienes que jurar que los derechos de hijo mayor me pertenecen a mí.
Así que Esaú hizo un juramento, mediante el cual vendía todos sus derechos de hijo mayor a su hermano Jacob.
Entonces Jacob le dio a Esaú guiso de lentejas y algo de pan. Esaú comió,
y luego se levantó y se fue. Así mostró desprecio por sus derechos de hijo
mayor.
Un hambre terrible azotó la tierra, como había ocurrido antes en tiempos
de Abraham. Así que Isaac se trasladó a Gerar, donde vivía Abimelec, rey
de los filisteos.
El Señor se le apareció a Isaac y le dijo: «No desciendas a Egipto, sino
haz lo que yo te digo. Vive aquí como extranjero en esta tierra, y yo estaré
contigo y te bendeciré. Yo, con estas palabras, confirmo que te daré todas
estas tierras a ti y a tu descendencia, tal como le prometí solemnemente a
Abraham, tu padre. Haré que tus descendientes sean tan numerosos como
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