Inmersion Origenes - Flipbook - Página 345
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D euteronomio
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paz ni lugar de descanso. Allí el S eñor hará que te tiemble el corazón, que
te falle la vista y que tu alma desfallezca. Tu vida siempre penderá de un
hilo; día y noche vivirás con miedo, sin ninguna seguridad de sobrevivir.
Por la mañana dirás: “¡Si tan solo fuera de noche!”, y al oscurecer dirás:
“¡Si tan solo fuera de día!”. Pues te aterrarás al ver los horrores espantosos
que habrá a tu alrededor. Luego el S eñor te enviará en barcos de regreso
a Egipto, el lugar que prometí que nunca volverías a ver. Allí tratarás de
venderte como esclavo a tus enemigos, pero nadie q uerrá comprarte».
Estas son las condiciones del pacto que el Señor le encomendó a Moisés
que hiciera con los israelitas cuando estaban en la t ierra de Moab, además
del pacto que había hecho con ellos en el monte Sinaí.
Entonces Moisés convocó a todo el pueblo de I srael y le dijo: «Tú has
visto con tus propios ojos todo lo que el Señor hizo en la tierra de Egipto,
tanto al faraón como a todos sus sirvientes y al resto del país; presenciaste
las grandes demostraciones de su fuerza, las señales asombrosas y los milagros sorprendentes. ¡Pero hasta el día de hoy, el S eñor no te ha dado
mente para comprender ni ojos para ver ni oídos para oír! Durante cuarenta años te guié por el desierto, sin embargo, ni tu ropa ni tus sandalias
se gastaron. No comiste pan ni bebiste vino ni otra bebida alcohólica, pero
él suplió tus necesidades para que supieras que él es el Señor tu Dios.
»Cuando llegamos aquí, Hesbón, rey de Sehón, y Og, rey de Basán,
salieron a pelear contra nosotros, pero los derrotamos. Nos apoderamos
de su tierra y se la dimos a la tribu de Rubén y a la de Gad y a la media tribu
de Manasés como su porción de la tierra.
»Por lo tanto, obedece las condiciones de este pacto para que prosperes
en todo lo que hagas. Hoy, cada uno de ustedes —los jefes de las tribus,
los ancianos, los jefes y todos los hombres de I srael— está en la presencia
del Señor su Dios. Tus esposas y tus pequeños están contigo, al igual que
los extranjeros que viven en medio de ti, quienes cortan tu leña y llevan tu
agua. Hoy estás aquí para hacer un pacto con el S eñor tu Dios. El Señor
es quien hace ese pacto, que incluye las maldiciones. Hoy, al hacer el pacto,
él te confirmará como su pueblo y te reafirmará que él es tu Dios, tal como
te lo prometió a ti y se lo juró a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.
»Pero no es solo contigo que hago este pacto con sus maldiciones. Lo
hago tanto contigo, que hoy estás en la presencia del S eñor tu D
ios, como
también con las generaciones futuras, que no están aquí hoy.
»Tú recuerdas cómo vivíamos en la t ierra de Egipto y cómo anduvimos
por el territorio de naciones enemigas cuando salimos de allí. Tú viste las
prácticas detestables de esas naciones y sus ídolos de madera, de piedra, de
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