Inmersion Origenes - Flipbook - Página 332
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INMERSIÓN
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ORÍGENES
20:15–21:11
»Estas instrucciones solo se refieren a las ciudades lejanas, no a las de
las naciones que ocupan la tierra donde estás a punto de entrar. En las
ciudades que el S eñor tu D
ios te da como preciada posesión, destruye
a todo ser viviente. Tienes que destruir por completo a los hititas, a los
amorreos, a los cananeos, a los ferezeos, a los heveos y a los jebuseos, tal
como el S eñor tu D
ios te ordenó. Así evitarás que los pueblos de esa
tierra te enseñen a imitar las costumbres detestables que practican cuando
rinden culto a sus dioses, lo cual te haría pecar profundamente contra el
Señor tu Dios.
»Si al atacar una ciudad la g uerra se prolonga, no debes cortar los árboles a hachazos. Puedes comer de los frutos, pero no derribes los árboles.
¿Acaso los árboles son enemigos a los que tienes que atacar? Solamente
corta los árboles que sabes que no son aptos para comer. Úsalos para la
fabricación de todo lo que necesites para atacar la ciudad enemiga hasta
que se rinda.
»Cuando estés en la tierra que el Señor tu Dios te da, podría ocurrir que
alguien encontrara en el campo a una persona asesinada, y no se supiera
quién la mató. En un caso así, los ancianos y los jueces tendrán que medir
la distancia que hay desde el lugar del crimen hasta las ciudades cercanas.
Una vez que hayan determinado cuál es la ciudad más cercana, los ancianos de esa ciudad tendrán que elegir una novilla de la manada que nunca
haya sido entrenada para el arado ni usado el yugo. La llevarán hasta un
valle que no haya sido arado ni cultivado y que tenga un arroyo donde
siempre fluye el agua. Allí, en el valle, le quebrarán el cuello a la novilla.
Después se acercarán los sacerdotes levitas, pues el Señor tu Dios los
ha elegido para que sirvan delante de él y pronuncien bendiciones en el
nombre del Señor. Ellos son los responsables de resolver todos los casos
legales y criminales.
»Los ancianos del pueblo tendrán que lavarse las manos sobre la novilla a la cual le quebraron el cuello. Luego dirán: “Nuestras manos no
derramaron la sangre de esta persona ni vimos cómo sucedió. Oh S eñor,
perdona a tu pueblo Israel, al cual has redimido. No culpes a tu pueblo de
asesinar a un inocente”. Así quedarán absueltos de la culpa por la sangre de
esa persona. Si sigues estas instrucciones, harás lo correcto a los ojos del
Señor y purificarás a tu comunidad de la culpa por homicidio.
»Supongamos que sales a la guerra contra tus enemigos, y el Señor tu
Dios los entrega en tus manos, y tú tomas cautivos a algunos de ellos. Y
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