Inmersion Origenes - Flipbook - Página 319
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D euteronomio
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mar Rojo mientras te perseguían. ¡Los destruyó y, hasta el día de hoy, no
se han recuperado!
»Tus hijos no vieron cómo el S eñor te cuidó en el desierto hasta que
llegaste aquí. No vieron lo que les hizo a Datán y a Abiram (los hijos de
Eliab, un descendiente de Rubén) cuando la tierra se abrió en el campamento israelita y se los tragó vivos junto con los miembros de sus familias,
sus carpas y todo ser viviente que les pertenecía. ¡Pero tú sí viste con tus
propios ojos que el S eñor llevó a cabo todas esas obras poderosas!
»Por lo tanto, asegúrate de obedecer cada uno de los mandatos que te
entrego hoy, a fin de que tengas fuerzas para tomar la tierra donde estás a
punto de entrar. Si obedeces, disfrutarás de una larga vida en la t ierra que
el Señor juró dar a tus antepasados y a ti, que eres su descendencia, ¡una
tierra donde fluyen la leche y la miel! Pues la tierra donde estás a punto de
entrar y que vas a poseer no es como la de Egipto, de la cual saliste, donde
tenías que plantar tus semillas y hacer zanjas de riego con los pies como
si fuera un huerto. En cambio, la t ierra que pronto tomarás para ti es una
región de colinas y valles, con lluvias abundantes; una t ierra que el S eñor
tu Dios cuida. ¡Él se ocupa de cuidarla en cada época del año!
»Si obedeces cuidadosamente los mandatos que te entrego hoy y si
amas al S eñor tu D
ios y lo sirves con todo tu corazón y con toda tu alma,
él mandará las lluvias propias de cada estación —las tempranas y las tardías—, para que puedas juntar las cosechas de granos, el vino nuevo y el
aceite de oliva. Te dará buenos pastizales para que se alimenten tus animales, y tendrás todo lo que quieras comer.
»Pero ten cuidado. No dejes que tu corazón sea engañado y entonces te
alejes del Señor y sirvas y rindas culto a otros dioses. Si haces eso, el enojo
del Señor arderá contra ti. Entonces cerrará el cielo y detendrá la lluvia,
y la tierra dejará de producir sus cosechas, así que pronto morirás en esa
buena t ierra que el Señor te da.
»Por lo tanto, comprométete de todo corazón a cumplir estas palabras
que te doy. Átalas a tus manos y llévalas sobre la frente para recordarlas.
Enséñalas a tus hijos. Habla de ellas en tus conversaciones cuando estés
en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te
levantes. Escríbelas en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad para que, mientras el cielo esté sobre la tierra, tú y tus hijos
prosperen en la tierra que el Señor juró dar a tus antepasados.
»Asegúrate de obedecer todos los mandatos que te entrego. Demuéstrale amor al Señor tu Dios andando en sus caminos y aferrándote a él.
Entonces el S eñor expulsará a todas esas naciones de tu paso y, aunque
ellas son más grandes y más fuertes que tú, tomarás posesión de esa tierra.
Todo lugar que pises con la planta de tus pies será tuyo. Tus fronteras
se extenderán desde el desierto, en el sur, hasta el Líbano, en el norte, y
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