Inmersion Origenes - Flipbook - Página 305
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D euteronomio
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t ierra de ellos. Lo mismo hizo por los descendientes de Esaú, que vivían en
Seir, pues destruyó a los horeos para que los de Esaú pudieran establecerse
allí. Los descendientes de Esaú viven en esa t ierra hasta el día de hoy. Algo
parecido sucedió cuando los caftoritas de Creta invadieron y destruyeron
a los aveos, que habían vivido en aldeas en la región de Gaza).
Moisés siguió diciendo: «Entonces el Señor dijo: “¡Pónganse en marcha! Crucen el valle del Arnón. Miren, les voy a entregar al a morreo Sehón,
rey de Hesbón, y también a su tierra. Atáquenlo y comiencen a apoderarse
de su territorio. A partir de hoy, haré que los pueblos de toda la t ierra sientan terror a causa de ustedes. Cuando oigan hablar de ustedes, temblarán
de espanto y de miedo”».
oisés siguió diciendo: «Desde el desierto de Cademot mandé embajaM
dores a Sehón, rey de Hesbón, con la siguiente propuesta de paz:
“Permítanos atravesar su territorio. Nos quedaremos en el camino
principal y no nos desviaremos por los campos ni a un lado ni al otro.
Véndanos alimentos para comer y agua para beber, y le pagaremos.
Solo queremos permiso para pasar por su territorio. Los descendientes
de Esaú, que viven en Seir, nos permitieron pasar por su tierra, y lo
mismo hicieron los moabitas, que viven en Ar. Déjenos pasar hasta
que crucemos el Jordán y lleguemos a la tierra que el Señor nuestro
Dios nos da”.
»Pero Sehón, rey de Hesbón, no nos permitió cruzar, porque el S eñor
ios de ustedes hizo que Sehón se pusiera terco y desafiante, a fin de ayuD
darlos a derrotarlo, tal como lo hizo.
»Así que el Señor me dijo: “Mira, he comenzado a entregarte al rey
Sehón y a su tierra. Empieza ya a conquistar y a poseer su territorio”.
»Entonces el rey Sehón nos declaró la guerra y movilizó sus fuerzas en
Jahaza. Sin embargo, el S eñor nuestro D
ios lo entregó en nuestras manos,
y lo aplastamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo. Conquistamos todas
sus ciudades y los destruimos a todos por completo: hombres, mujeres y
niños. No dejamos a nadie con vida. Nos llevamos todo su ganado como
botín, junto con todas las cosas de valor que había en las ciudades que
saqueamos.
»El S eñor nuestro Dios también nos ayudó a conquistar Aroer, que
está al límite del valle del Arnón, al igual que la aldea situada en el valle
junto con todo el territorio que se extiende hasta Galaad. Ninguna ciudad
tenía murallas lo suficientemente fuertes para detenernos. Sin embargo,
evitamos pasar por la tierra de los amonitas, a lo largo del río Jaboc, y también por las ciudades de la zona montañosa, o sea todos los lugares que el
Señor nuestro Dios nos ordenó no tocar.
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