Inmersion Origenes - Flipbook - Página 251
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N ú meros
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—¡Hay seiscientos mil soldados de infantería aquí conmigo y aun así
dices: “Yo les daré carne durante un mes entero”! Aunque matáramos a
todos nuestros rebaños y manadas, ¿podría eso satisfacerlos? O si pescáramos todos los peces del mar, ¿alcanzaría?
Entonces el Señor le dijo a Moisés:
—¿Acaso mi brazo ha perdido su poder? ¡Ahora verás si mi palabra se
cumple o no!
Así que Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del Señor. Juntó
a los setenta ancianos y los colocó alrededor del tabernáculo. Después el
Señor descendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los
setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando
el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca
volvió a suceder.
Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el
campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se
presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre
ellos y profetizaron allí en el campamento. Un joven corrió y le informó a
Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!».
Entonces Josué, hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su juventud, protestó:
—Moisés, mi señor, ¡detenlos!
Pero M
oisés respondió:
—¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del Señor
fueran profetas y que el S eñor pusiera su E
spíritu sobre todos.
Entonces M
oisés regresó al campamento con los ancianos de Israel.
Ahora bien, el S eñor envió un viento que trajo codornices desde el mar
y las dejó caer por todo el campamento. Había codornices por kilómetros
en todas las direcciones, volando como a un metro del suelo. Así que el
pueblo salió y atrapó codornices todo ese día, a lo largo de la noche y también todo el día siguiente. ¡Nadie recogió menos de cincuenta canastas!
Entonces esparcieron las codornices por todo el campamento y las pusieron a secar. Pero mientras se saciaban de carne —cuando aún estaba en sus
bocas—, el enojo del S eñor se encendió contra el pueblo y los castigó con
una plaga muy grave. Así que ese lugar fue llamado Kibrot-hataava (que
significa «tumbas de glotonería») porque allí enterraron a la gente que
codiciaba la carne de Egipto. Después, los israelitas viajaron de Kibrothataava a Hazerot, donde se quedaron por algún tiempo.
Mientras estaban en Hazerot, Miriam y Aarón criticaron a M
oisés porque se había casado con una cusita. Dijeron: «¿Ha hablado el Señor
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