Inmersion Origenes - Flipbook - Página 144
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INMERSIÓN
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ORÍGENES
23:30–24:13
porque la t ierra quedaría desierta y los animales salvajes se multiplicarían y
serían una amenaza para ti. Los expulsaré poco a poco, hasta que tu población aumente lo suficiente para tomar posesión de la tierra. Y estableceré
los límites de tu territorio desde el mar Rojo hasta el mar Mediterráneo,
y desde el desierto oriental hasta el río Éufrates. Entregaré en tus manos
a los pueblos que ahora viven en esa tierra, y tú los expulsarás de tu paso.
»No hagas tratados con ellos ni con sus dioses. Ninguno de ellos deberá
vivir en tu tierra, porque te harán pecar contra mí. Si sirves a sus dioses,
quedarás apresado en la trampa de la idolatría».
Luego el Señor instruyó a Moisés: «Sube para encontrarte conmigo, y
ven junto con Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de I srael.
Todos tendrán que adorar de lejos; solo a Moisés se le permite acercarse
al Señor. Los demás no se acercarán, y a nadie del pueblo se le permite
subir al monte con él».
Después Moisés descendió y le repitió al pueblo todas las instrucciones
y ordenanzas que el Señor le había dado, y todo el pueblo respondió a una
voz: «Haremos todo lo que el Señor ha ordenado».
Entonces M
oisés escribió cuidadosamente todas las instrucciones del
Señor, y temprano a la mañana siguiente se levantó y construyó un altar
al pie del monte. También levantó doce columnas, una por cada tribu de
Israel. Luego envió a unos jóvenes israelitas a presentar ofrendas quemadas y a sacrificar toros como ofrendas de paz al S eñor. Moisés dejó escurrir la mitad de la sangre de estos animales en unos tazones; la otra mitad
la salpicó sobre el altar.
Luego tomó el libro del pacto y lo leyó al pueblo en voz alta. Una vez
más todos respondieron: «Haremos todo lo que el Señor ha ordenado.
Vamos a obedecer».
Entonces M
oisés tomó la sangre de los tazones y la salpicó sobre el pueblo, mientras declaraba: «Esta sangre confirma el pacto que el Señor ha
hecho con ustedes al darles estas instrucciones».
Después Moisés, Aarón, Nadab y Abiú, y los setenta ancianos de I srael
subieron al monte. Allí vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies parecía
haber una superficie de lapislázuli de color azul brillante, tan clara como el
mismo cielo. Aunque estos nobles de I srael pudieron contemplar a D
ios,
él no los destruyó. De hecho, compartieron una comida para celebrar el
pacto, en la cual comieron y bebieron en su presencia.
Luego el S eñor le dijo a M
oisés: «Sube al monte para encontrarte conmigo. Espera allí, y te daré las tablas de piedra en las que he escrito las instrucciones y los mandatos para que puedas enseñar al pueblo». Entonces
Moisés y su ayudante Josué salieron, y Moisés subió al monte de D
ios.
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