Inmersion Origenes - Flipbook - Página 135
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todo el trabajo tú solo, mientras que el pueblo está de pie a tu alrededor
desde la mañana hasta la tarde?
Moisés contestó:
—Porque el pueblo acude a mí en busca de resoluciones de parte de
Dios. Cuando les surge un desacuerdo, ellos acuden a mí, y yo soy quien
resuelve los casos entre los que están en conflicto. Mantengo al pueblo
informado de los decretos de D
ios y les transmito sus instrucciones.
—¡No está bien lo que haces! —exclamó el suegro de Moisés—. Así
acabarás agotado y también se agotará el pueblo. Esta tarea es una carga
demasiado pesada para una sola persona. Ahora escúchame y déjame darte
un consejo, y que Dios esté contigo. Tú debes seguir siendo el representante del pueblo ante D
ios, presentándole los conflictos. Enséñales los
decretos de D
ios; transmíteles sus instrucciones; muéstrales cómo comportarse en la vida. Sin embargo, elige, de entre todo el pueblo, a algunos
hombres con capacidad y honestidad, temerosos de Dios y que odien el
soborno. Nómbralos jefes de grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez
personas. Ellos tendrán que estar siempre disponibles para resolver los
conflictos sencillos que surgen entre el pueblo, pero los casos más graves te
los traerán a ti. Deja que los jefes juzguen los asuntos de menor importancia. Ellos te ayudarán a llevar la carga, para que la tarea te resulte más fácil.
Si sigues este consejo, y si D
ios así te lo ordena, serás capaz de soportar las
presiones, y la gente regresará a su casa en paz.
Moisés escuchó el consejo de su suegro y siguió sus recomendaciones.
Eligió hombres capaces de entre todo I srael y los nombró jefes del pueblo.
Los puso a cargo de grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. Estos hombres estaban siempre disponibles para resolver los conflictos sencillos de la gente. Los casos más graves los remitían a Moisés, pero
ellos mismos se encargaban de los asuntos de menor importancia.
Poco tiempo después, Moisés se despidió de su suegro, quien regresó
a su propia tierra.
Exactamente dos meses después de haber salido de Egipto, los israelitas
llegaron al desierto de Sinaí. Después de levantar campamento en Refidim,
llegaron al desierto de Sinaí y acamparon al pie del monte Sinaí.
Entonces M
oisés subió al monte para presentarse delante de D
ios. El
Señor lo llamó desde el monte y le dijo: «Comunica estas instrucciones
a la familia de Jacob; anúncialas a los descendientes de I srael: “Ustedes
vieron lo que hice con los egipcios. Saben cómo los llevé a ustedes sobre
alas de águila y los traje hacia mí. Ahora bien, si me obedecen y cumplen mi pacto, ustedes serán mi tesoro especial entre todas las naciones
de la tierra; porque toda la t ierra me pertenece. Ustedes serán mi reino de
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