Inmersion Origenes - Flipbook - Página 101
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G é nesis
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Llevaron su cuerpo a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva que
está en el campo de Macpela, cerca de Mamre. Esa es la cueva que Abraham
le había comprado a Efrón el hitita como lugar de sepultura permanente.
Después de haber enterrado a Jacob, José regresó a Egipto junto con sus
hermanos y todos los que lo habían acompañado al entierro de su padre.
Pero ahora que su padre había muerto, los hermanos de José tuvieron
temor, y se decían: «Ahora José mostrará su enojo y se vengará por todo
el mal que le hicimos».
Entonces enviaron a José un mensaje que decía: «Antes de morir, tu
padre nos mandó que te dijéramos: “Por favor, perdona a tus hermanos
por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado con tanta
crueldad”. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te suplicamos
que perdones nuestro pecado». Cuando José recibió el mensaje, perdió el
control y se echó a llorar. Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron
al suelo delante de José y dijeron:
—Mira, ¡somos tus esclavos!
Pero José les respondió:
—No me tengan miedo. ¿Acaso soy D
ios para castigarlos? Ustedes se
propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso
en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas. No,
no tengan miedo. Yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos.
Así que hablándoles con ternura y bondad, los reconfortó.
José y sus hermanos con sus familias siguieron viviendo en Egipto. José
vivió hasta los ciento diez años de edad. Alcanzó a ver a tres generaciones de los descendientes de su hijo Efraín, y vivió lo suficiente para ver el
nacimiento de los hijos de Maquir, el hijo de Manasés, a quienes recibió
como suyos.
José les dijo a sus hermanos: «Yo pronto moriré pero ciertamente Dios
los ayudará y los sacará de esta tierra de Egipto. Él los hará volver a la t ierra
que solemnemente prometió dar a Abraham, a Isaac y a Jacob».
Entonces José hizo jurar a los hijos de Israel y les dijo: «Cuando Dios
venga a ayudarlos y los lleve de regreso, deben llevarse mis huesos con
ustedes». José murió a los ciento diez años de edad y los egipcios lo embalsamaron, y pusieron su cuerpo en un ataúd en Egipto.
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