Inmersion Mesias - Flipbook - Página 98
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INMERSIÓN
•
MESÍAS
11:7-26
animales domésticos y salvajes, reptiles y aves. Y oí una voz que decía:
“Levántate, Pedro, mátalos y come de ellos”.
»“No, Señor —respondí—. Jamás he comido algo que nuestras leyes
judías declaren impuro o inmundo”.
»Pero la voz del cielo habló de nuevo: “No llames a algo impuro si Dios
lo ha hecho limpio”. Eso sucedió tres veces antes de que la sábana, con todo
lo que había dentro, fuera subida al cielo otra vez.
»En ese preciso momento, tres hombres que habían sido enviados desde
Cesarea llegaron a la casa donde estábamos hospedados. El Espíritu Santo
me dijo que los acompañara y que no me preocupara que fueran gentiles.
Estos seis hermanos aquí presentes me acompañaron, y pronto entramos
en la casa del hombre que había mandado a buscarnos. Él nos contó cómo
un ángel se le había aparecido en su casa y le había dicho: “Envía mensaje
ros a Jope y manda a llamar a un hombre llamado Simón Pedro. ¡Él te dirá
cómo tú y todos los de tu casa pueden ser salvos!”.
»Cuando comencé a hablar —continuó Pedro—, el E
spíritu S anto des
cendió sobre ellos tal como descendió sobre nosotros al principio. Enton
ces pensé en las palabras del Señor cuando dijo: “Juan bautizó con agua,
pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. Y, como Dios les dio
a esos gentiles el mismo don que nos dio a nosotros cuando creímos en el
Señor J esucristo, ¿quién era yo para estorbar a Dios?
Cuando los demás oyeron esto, dejaron de oponerse y comenzaron a
alabar a D
ios. Dijeron:
—Podemos ver que Dios también les ha dado a los gentiles el privilegio
de arrepentirse de sus pecados y de recibir vida eterna.
Mientras tanto, los creyentes que fueron dispersados durante la persecu
ción que hubo después de la muerte de Esteban, viajaron tan lejos como
Fenicia, Chipre y Antioquía de Siria. Predicaban la palabra de D
ios, pero
solo a judíos. Sin embargo, algunos de los creyentes que fueron a Antio
quía desde Chipre y Cirene les comenzaron a predicar a los gentiles acerca
del Señor J esús. El poder del S eñor estaba con ellos, y un gran número de
estos gentiles creyó y se convirtió al Señor.
Cuando la iglesia de Jerusalén se enteró de lo que había pasado, enviaron
a Bernabé a Antioquía. Cuando él llegó y vio las pruebas de la bendición
de Dios, se llenó de alegría y alentó a los creyentes a que permanecieran
fieles al Señor. Bernabé era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y
firme en la fe. Y mucha gente llegó al S eñor.
Después Bernabé siguió hasta Tarso para buscar a Saulo. Cuando lo en
contró, lo llevó de regreso a Antioquía. Los dos se quedaron allí con la
iglesia durante todo un año, enseñando a grandes multitudes. (Fue en An
tioquía donde, por primera vez, a los creyentes los llamaron «cristianos»).
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