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L U C A S – H echos
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Entonces Pedro respondió:
—Veo con claridad que D
ios no muestra favoritismo. En cada nación,
él acepta a los que le temen y hacen lo c orrecto. Este es el mensaje de la
Buena N
oticia para el pueblo de I srael: que hay paz con D
ios por medio
de Jesucristo, quien es Señor de todo. Ustedes saben lo que pasó en toda
Judea, comenzando en Galilea, después de que Juan empezó a predicar
su mensaje de bautismo. Y saben que Dios ungió a Jesús de Nazaret con
el Espíritu Santo y con poder. Después Jesús anduvo haciendo el bien y
sanando a todos los que eran oprimidos por el diablo, porque D
ios estaba
con él.
»Y nosotros, los apóstoles, somos testigos de todo lo que él hizo por
toda Judea y en Jerusalén. Lo mataron, colgándolo en una cruz, pero Dios
lo resucitó al tercer día. Después Dios permitió que se apareciera, no al
público en general, sino a nosotros, a quienes Dios había elegido de ante
mano para que fuéramos sus testigos. Nosotros fuimos los que comimos y
bebimos con él después de que se levantó de los muertos. Y él nos ordenó
que predicáramos en todas partes y diéramos testimonio de que Jesús
es a quien Dios designó para ser el juez de todos, de los que están vivos
y de los muertos. De él dan testimonio todos los profetas cuando dicen
que a todo el que cree en él se le perdonarán los pecados por medio de
su nombre.
Mientras Pedro aún estaba diciendo estas cosas, el E
spíritu Santo des
cendió sobre todos los que escuchaban el mensaje. Los creyentes judíos
que habían llegado con Pedro quedaron asombrados al ver que el don del
Espíritu Santo también era derramado sobre los gentiles. Pues los oyeron
hablar en otras lenguas y alabar a Dios.
Entonces Pedro preguntó: «¿Puede alguien oponerse a que ellos sean
bautizados ahora que han recibido el Espíritu Santo, tal como nosotros
lo recibimos?». Por lo tanto, dio órdenes de que fueran bautizados en el
nombre de J esucristo. Después Cornelio le pidió que se quedara varios
días con ellos.
La noticia de que los gentiles habían recibido la palabra de Dios pronto
llegó a los apóstoles y a los demás creyentes de Judea. Así que cuando
Pedro regresó a Jerusalén, los creyentes judíos lo criticaron.
—Entraste en una casa de gentiles, ¡y hasta comiste con ellos! —le
dijeron.
Entonces Pedro les contó todo tal como había sucedido.
—Yo estaba en la ciudad de Jope —les dijo—, y mientras oraba, caí en
un estado de éxtasis y tuve una visión. Algo parecido a una sábana grande
descendía por sus cuatro puntas desde el cielo y bajó justo hasta donde
yo estaba. Cuando me fijé en el contenido de la sábana, vi toda clase de
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