Inmersion Mesias - Flipbook - Página 92
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INMERSIÓN
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MESÍAS
8:19-38
—Déjenme tener este poder también —exclamó—, para que, cuando
yo imponga mis manos sobre las personas, ¡reciban el E
spíritu Santo!
Pedro le respondió:
—¡Que tu dinero se destruya junto contigo por pensar que es posible
comprar el don de Dios! Tú no tienes parte ni derecho en esto porque tu
corazón no es recto delante de D
ios. Arrepiéntete de tu maldad y ora al
Señor. Tal vez él perdone tus malos pensamientos, porque puedo ver que
estás lleno de una profunda envidia y que el pecado te tiene cautivo.
—¡Oren al S eñor por mí! —exclamó Simón—. ¡Que no me sucedan
estas cosas terribles que has dicho!
Después de dar testimonio y predicar la palabra del Señor en Samaria,
Pedro y Juan regresaron a Jerusalén. Por el camino, se detuvieron en mu
chas aldeas samaritanas para predicar la Buena N
oticia.
En cuanto a Felipe, un ángel del Señor le dijo: «Ve al sur por el camino del
desierto que va de Jerusalén a Gaza». Entonces él emprendió su viaje y se
encontró con el tesorero de Etiopía, un eunuco de mucha autoridad bajo
el mando de Candace, la reina de Etiopía. El eunuco había ido a Jerusalén
a adorar y ahora venía de regreso. Sentado en su carruaje, leía en voz alta
el libro del profeta Isaías.
El Espíritu S anto le dijo a Felipe: «Acércate y camina junto al carruaje».
Felipe se acercó corriendo y oyó que el hombre leía al profeta Isaías.
Felipe le preguntó:
—¿Entiendes lo que estás leyendo?
El hombre contestó:
—¿Y cómo puedo entenderlo, a menos que alguien me explique?
Y le rogó a Felipe que subiera al carruaje y se sentara junto a él.
El pasaje de la Escritura que leía era el siguiente:
«Como oveja fue llevado al matadero.
Y, como cordero en silencio ante sus trasquiladores,
no abrió su boca.
Fue humillado y no le hicieron justicia.
¿Quién puede hablar de sus descendientes?
Pues su vida fue quitada de la tierra».
El eunuco le preguntó a Felipe: «Dime, ¿hablaba el profeta acerca de
sí mismo o de alguien más?». Entonces, comenzando con esa misma
porción de la Escritura, Felipe le habló de la B
uena Noticia acerca de
Jesús.
Mientras iban juntos, llegaron a un lugar donde había agua, y el eunuco
dijo: «¡Mira, allí hay agua! ¿Qué impide que yo sea bautizado?». Ordenó
que detuvieran el carruaje, descendieron al agua, y Felipe lo bautizó.
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