Inmersion Mesias - Flipbook - Página 78
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INMERSIÓN
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MESÍAS
1:14–2:6
Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago (hijo de
Alfeo), Simón (el zelote) y Judas (hijo de Santiago). Todos se reunían y
estaban constantemente unidos en oración junto con María la madre de
Jesús, varias mujeres más y los hermanos de Jesús.
Durante aquellos días, cuando aproximadamente ciento veinte creyentes
estaban juntos en un mismo lugar, Pedro se puso de pie y se dirigió a ellos:
«Hermanos —les dijo—, las Escrituras tenían que cumplirse con respecto
a Judas, quien guió a los que arrestaron a Jesús. Esto lo predijo hace mucho
tiempo el Espíritu Santo cuando habló por medio del rey David. Judas era
uno de nosotros y participó con nosotros en el ministerio».
( Judas había comprado un campo con el dinero que recibió por su trai
ción. Allí cayó de cabeza, se le reventó el cuerpo y se le derramaron los in
testinos. La noticia de su muerte llegó a todos los habitantes de Jerusalén,
y ellos le pusieron a ese lugar el nombre arameo Acéldama, que significa
«Campo de Sangre»).
«Esto estaba escrito en el libro de los Salmos —continuó Pedro—,
donde dice: “Que su casa quede desolada y que nadie viva en ella”. Tam
bién dice: “Que otro tome su lugar”.
»Entonces ahora tenemos que elegir a alguien que tome el lugar de
Judas entre los hombres que estaban con nosotros todo el tiempo mientras
viajábamos con el Señor Jesús, desde el día en que Juan lo bautizó hasta el
día en que fue tomado de entre nosotros. El que salga elegido se unirá a
nosotros como testigo de la resurrección de Jesús».
Así que propusieron a dos hombres: a José —a quien llamaban Barsa
bás (también conocido como Justo)— y a Matías. Después todos ellos
oraron: «Oh Señor, tú conoces cada corazón. Muéstranos a cuál de estos
hombres has elegido como apóstol para que tome el lugar de Judas en
este ministerio, porque él nos ha abandonado y se ha ido al lugar que le
corresponde». Entonces echaron suertes, y Matías fue elegido para ser
apóstol con los otros once.
El día de Pentecostés, todos los creyentes estaban reunidos en un mismo
lugar. De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo
de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban senta
dos. Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego aparecieron
y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos los presentes fueron llenos
del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, conforme el
Espíritu Santo les daba esa capacidad.
En esa ocasión, había judíos devotos de todas las naciones, que vivían
en Jerusalén. Cuando oyeron el fuerte ruido, todos llegaron corriendo y
quedaron desconcertados al escuchar sus propios idiomas hablados por
los creyentes.
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