Inmersion Mesias - Flipbook - Página 71
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L u cas – H E C H O S
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Entonces Pilato le preguntó:
—¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús contestó:
—Tú lo has dicho.
Pilato se dirigió a los principales sacerdotes y a la multitud y les dijo:
—¡No encuentro ningún delito en este hombre!
Pero insistían:
—Con sus enseñanzas causa disturbios por donde va, en toda Judea,
desde Galilea hasta Jerusalén.
—Ah, ¿es galileo? —preguntó Pilato.
Cuando le dijeron que sí, Pilato lo mandó a Herodes Antipas, porque
Galilea estaba bajo la jurisdicción de Herodes, y dio la casualidad de que
se encontraba en Jerusalén en ese momento.
Herodes se alegró mucho por la oportunidad de ver a Jesús, porque
había oído hablar de él y hacía tiempo que quería verlo realizar un mila
gro. Herodes le hizo una pregunta tras otra, pero Jesús se negó a contestar.
Mientras tanto, los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa
se quedaron allí gritando sus acusaciones. Entonces Herodes y sus solda
dos comenzaron a burlarse de J esús y a ridiculizarlo. Finalmente le pu
sieron un manto real y lo enviaron de regreso a Pilato. (Herodes y Pilato,
quienes habían sido enemigos anteriormente, ese día se hicieron amigos).
Entonces Pilato llamó a los principales sacerdotes y a los otros líderes
religiosos, junto con el pueblo, y anunció su veredicto: «Me trajeron a este
hombre porque lo acusan de encabezar una revuelta. Detenidamente lo he
examinado al respecto en presencia de ustedes y lo encuentro inocente.
Herodes llegó a la misma conclusión y me lo devolvió. Este hombre no ha
hecho nada que merezca la pena de muerte. Así que lo haré azotar y luego
lo pondré en libertad».
Pero un gran clamor surgió de la multitud, y a una voz la gente gritó:
«¡Mátalo y suéltanos a Barrabás!». (Barrabás estaba en prisión por haber
participado en un levantamiento contra el gobierno en Jerusalén, y por
asesinato). Pilato discutió con ellos porque quería poner en libertad a
Jesús, pero la multitud seguía gritando: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».
Por tercera vez insistió Pilato: «¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?
No encuentro ninguna razón para condenarlo a muerte. Lo haré azotar y
luego lo soltaré».
Pero la turba gritó cada vez más fuerte, exigiendo que J esús fuera cru
cificado, y sus voces prevalecieron. Entonces Pilato sentenció a Jesús a
muerte como la gente reclamaba. Como habían pedido, puso en libertad
a Barrabás, el que estaba preso por levantamiento y asesinato. Y les entregó
a J esús para que hicieran con él como quisieran.
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