Inmersion Mesias - Flipbook - Página 65
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L u cas – H E C H O S
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también murió. Entonces dinos, ¿de quién será esposa en la resurrección?
¡Pues los siete estuvieron casados con ella!
Jesús respondió:
—El matrimonio es para las personas aquí en la tierra; pero en el mundo
que vendrá, los que sean dignos de ser levantados de los muertos no se
casarán, ni se darán en casamiento, ni volverán a morir. En este sentido,
serán como ángeles. Ellos son hijos de D
ios e hijos de la resurrección.
»Ahora bien, en cuanto a si los muertos resucitarán, hasta Moisés de
mostró esto cuando escribió acerca de la zarza que ardía. Mucho después
de que Abraham, Isaac y Jacob murieron, él se refirió al Señor como “el
Dios de Abraham, el D
ios de Isaac y el D
ios de Jacob”. Por lo tanto, él es
Dios de los que están vivos, no de los muertos, porque todos están vivos
para él.
«¡Bien dicho, Maestro!», comentaron algunos de los maestros de la
ley religiosa que estaban allí. Y después nadie se atrevió a hacerle más
preguntas.
Entonces J esús les planteó una pregunta: «¿Cómo es que se dice que el
Mesías es hijo de David? Pues David mismo escribió en el libro de los
Salmos:
“El Señor le dijo a mi Señor:
Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
hasta que humille a tus enemigos
y los ponga por debajo de tus pies”.
Si David llamó al Mesías “Señor”, ¿cómo es posible que el Mesías sea su
hijo?».
Entonces, mientras la multitud escuchaba, se dirigió a sus discípulos y
les dijo: «¡Cuídense de los maestros de la ley religiosa! Pues les gusta pa
vonearse en túnicas largas y sueltas y les encanta recibir saludos respetuo
sos cuando caminan por las plazas. ¡Y cómo les encanta ocupar los asientos
de honor en las sinagogas y sentarse a la mesa principal en los banquetes!
Sin embargo, estafan descaradamente a las viudas para apoderarse de sus
propiedades y luego pretenden ser piadosos haciendo largas oraciones en
público. Por eso, serán castigados con severidad».
Mientras Jesús estaba en el templo, observó a los ricos que depositaban
sus ofrendas en la caja de las ofrendas. Luego pasó una viuda pobre y echó
dos monedas pequeñas.
«Les digo la verdad —dijo Jesús—, esta viuda pobre ha dado más que
todos los demás. Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba,
pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía».
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