Inmersion Mesias - Flipbook - Página 60
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INMERSIÓN
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MESÍAS
18:25–19:4
ios! De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja
D
que un rico entre en el reino de Dios!».
Los que lo oyeron, dijeron: «Entonces, ¿quién podrá ser salvo?».
Él contestó: «Lo que es imposible para los seres humanos es posible
para Dios».
Pedro dijo:
—Nosotros hemos dejado nuestros hogares para seguirte.
—Así es —respondió Jesús—, y les aseguro que todo el que haya dejado
casa o esposa o hermanos o padres o hijos por causa del reino de Dios
recibirá mucho más en esta vida y tendrá la vida eterna en el mundo que
vendrá.
J esús llevó a los doce discípulos aparte y dijo: «Escuchen, subimos a Je
rusalén, donde todas las predicciones de los profetas acerca del H
ijo del
Hombre se harán realidad. Será entregado a los romanos, y se burlarán de
él, lo tratarán de manera vergonzosa y lo escupirán. Lo azotarán con un
látigo y lo matarán, pero al tercer día resucitará».
Sin embargo, ellos no entendieron nada de esto. La importancia de sus
palabras estaba oculta de ellos, y no captaron lo que decía.
Al acercarse J esús a Jericó, un mendigo ciego estaba sentado junto al ca
mino. Cuando oyó el ruido de la multitud que pasaba, preguntó qué suce
día. Le dijeron que J esús de Nazaret pasaba por allí. Entonces comenzó a
gritar: «¡ Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».
«¡Cállate!», le gritaba la gente que estaba más adelante.
Sin embargo, él gritó aún más fuerte: «
¡Hijo de David, ten compasión
de mí!».
Cuando J esús lo oyó, se detuvo y ordenó que le trajeran al hombre. Al
acercarse el ciego, Jesús le preguntó:
—¿Qué quieres que haga por ti?
—Señor —le dijo—, ¡quiero ver!
Jesús le dijo:
—Bien, recibe la vista. Tu fe te ha sanado.
Al instante el hombre pudo ver y siguió a Jesús mientras alababa a D
ios.
Y todos los que lo vieron también alabaron a Dios.
J esús entró en Jericó y comenzó a pasar por la ciudad. Había allí un hom
bre llamado Zaqueo. Era jefe de los cobradores de impuestos de la región
y se había hecho muy rico. Zaqueo trató de mirar a Jesús pero era de poca
estatura y no podía ver por encima de la multitud. Así que se adelantó
corriendo y se subió a una higuera sicómoro que estaba junto al camino,
porque Jesús iba a pasar por allí.
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