Inmersion Mesias - Flipbook - Página 59
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L u cas – H E C H O S
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justicia a su pueblo escogido que clama a él día y noche? ¿Seguirá apla
zando su respuesta? Les digo, ¡él pronto les hará justicia! Pero cuando
el Hijo del Hombre regrese, ¿a cuántas personas con fe encontrará en la
tierra?».
Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenían mucha con
fianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás: «Dos hombres
fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado co
brador de impuestos. El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la si
guiente oración: “Te agradezco, D
ios, que no soy como otros: tramposos,
pecadores, adúlteros. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos!
Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”.
»En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni
siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que
golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh Dios, ten compa
sión de mí, porque soy un pecador”. Les digo que fue este pecador —y no
el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los
que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan serán
exaltados».
Cierto día, algunos padres llevaron a sus hijitos a Jesús para que él los
tocara y los bendijera; pero cuando los discípulos vieron esto, regañaron
a los padres por molestarlo.
Entonces Jesús llamó a los niños y dijo a los discípulos: «Dejen que los
niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino de Dios pertenece a los
que son como estos niños. Les digo la verdad, el que no reciba el reino de
Dios como un niño nunca entrará en él».
Cierta vez, un líder religioso le hizo a Jesús la siguiente pregunta:
—Maestro bueno, ¿qué debería hacer para heredar la vida eterna?
—¿Por qué me llamas bueno? —le preguntó Jesús—. Solo D
ios es
verdaderamente bueno; pero para contestar a tu pregunta, tú conoces los
mandamientos: “No cometas adulterio; no cometas asesinato; no robes;
no des falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre”.
El hombre respondió:
—He obedecido todos esos mandamientos desde que era joven.
Cuando J esús oyó su respuesta, le dijo:
—Hay una cosa que todavía no has hecho. Vende todas tus posesiones
y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven
y sígueme.
Cuando el hombre oyó esto, se puso triste porque era muy rico.
Jesús lo vio y dijo: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de
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