Inmersion Mesias - Flipbook - Página 54
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INMERSIÓN
•
MESÍAS
15:6-27
cuando la encuentre, la cargará con alegría en sus hombros y la llevará a su
casa. Cuando llegue, llamará a sus amigos y vecinos y les dirá: “Alégrense
conmigo porque encontré mi oveja perdida”. De la misma manera, ¡hay
más alegría en el cielo por un pecador perdido que se arrepiente y regresa
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ios que por noventa y nueve justos que no se extraviaron!
»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde
una. ¿No encenderá una lámpara y barrerá toda la casa y buscará con cui
dado hasta que la encuentre? Y, cuando la encuentre, llamará a sus amigos
y vecinos y les dirá: “¡Alégrense conmigo porque encontré mi moneda
perdida!”. De la misma manera, hay alegría en presencia de los ángeles de
Dios cuando un solo pecador se arrepiente».
Para ilustrar mejor esa enseñanza, Jesús les contó la siguiente historia:
«Un hombre tenía dos hijos. El hijo menor le dijo al padre: “Quiero la
parte de mi herencia ahora, antes de que mueras”. Entonces el padre acce
dió a dividir sus bienes entre sus dos hijos.
»Pocos días después, el hijo menor empacó sus pertenencias y se mudó
a una tierra distante, donde derrochó todo su dinero en una vida desenfre
nada. Al mismo tiempo que se le acabó el dinero, hubo una gran hambruna
en todo el país, y él comenzó a morirse de hambre. Convenció a un agri
cultor local de que lo contratara, y el hombre lo envió al campo para que
diera de comer a sus cerdos. El joven llegó a tener tanta hambre que hasta
las algarrobas con las que alimentaba a los cerdos le parecían buenas para
comer, pero nadie le dio nada.
»Cuando finalmente entró en razón, se dijo a sí mismo: “En casa, hasta
los jornaleros tienen comida de sobra, ¡y aquí estoy yo, muriéndome de
hambre! Volveré a la casa de mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra
el cielo y contra ti. Ya no soy digno de que me llamen tu hijo. Te ruego que
me contrates como jornalero’”.
»Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, c orrió hacia su hijo, lo
abrazó y lo besó. Su hijo le dijo: “ Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti, y ya no soy digno de que me llamen tu hijo”.
»Sin embargo, su padre dijo a los sirvientes: “Rápido, traigan la mejor
túnica que haya en la casa y vístanlo. Consigan un anillo para su dedo y
sandalias para sus pies. Maten el ternero que hemos engordado. Tenemos
que celebrar con un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ahora
ha vuelto a la vida; estaba perdido y ahora ha sido encontrado”. Entonces
comenzó la fiesta.
»Mientras tanto, el hijo mayor estaba trabajando en el campo. Cuando
regresó, oyó el sonido de música y baile en la casa, y preguntó a uno de los
sirvientes qué pasaba. “Tu hermano ha vuelto —le dijo—, y tu padre mató
el ternero engordado. Celebramos porque llegó a salvo”.
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