Inmersion Mesias - Flipbook - Página 53
14:17–15:5
L u cas – H E C H O S
41
gran fiesta y envió muchas invitaciones. Cuando el banquete estuvo listo,
envió a su sirviente a decirles a los invitados: “Vengan, el banquete está
preparado”; pero todos comenzaron a poner excusas. Uno dijo: “Acabo de
comprar un campo y debo ir a inspeccionarlo. Por favor, discúlpame”. Otro
dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y quiero ir a probarlas.
Por favor, discúlpame”. Otro dijo: “Acabo de casarme, así que no puedo ir”.
»El sirviente regresó y le informó a su amo lo que le habían dicho.
Su amo se puso furioso y le dijo: “Ve rápido a las calles y callejones de
la ciudad e invita a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
Después de hacerlo, el sirviente informó: “Todavía queda lugar para más
personas”. Entonces su amo dijo: “Ve por los senderos y detrás de los ar
bustos y a cualquiera que veas, insístele que venga para que la casa esté
llena. Pues ninguno de mis primeros invitados probará ni una migaja de
mi banquete”».
Una gran multitud seguía a Jesús. Él se dio vuelta y les dijo: «Si quieres ser
mi discípulo, debes aborrecer a los demás —a tu padre y madre, esposa e
hijos, hermanos y hermanas— sí, hasta tu propia vida. De lo contrario, no
puedes ser mi discípulo. Además, si no cargas tu propia cruz y me sigues,
no puedes ser mi discípulo.
»Sin embargo, no comiences sin calcular el costo. Pues, ¿quién comen
zaría a construir un edificio sin primero calcular el costo para ver si hay
suficiente dinero para terminarlo? De no ser así, tal vez termines solamente
los cimientos antes de quedarte sin dinero, y entonces todos se reirán de
ti. Dirán: “¡Ahí está el que comenzó un edificio y no pudo terminarlo!”.
»¿O qué rey entraría en guerra con otro rey sin primero sentarse con
sus consejeros para evaluar si su ejército de diez mil puede vencer a los
veinte mil soldados que marchan contra él? Y, si no puede, enviará una
delegación para negociar las condiciones de paz mientras el enemigo to
davía esté lejos. Así que no puedes convertirte en mi discípulo sin dejar
todo lo que posees.
»La sal es buena para condimentar, pero si pierde su sabor, ¿cómo la
harán salada de nuevo? La sal sin sabor no sirve ni para la t ierra ni para
el abono. Se tira. ¡El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!».
Los cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama a menudo
venían a escuchar las enseñanzas de Jesús. Por eso los fariseos y los maes
tros de la ley religiosa se quejaban de que Jesús se juntaba con semejantes
pecadores, ¡y hasta comía con ellos!
Entonces J esús les contó la siguiente historia: «Si un hombre tiene cien
ovejas y una de ellas se pierde, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y
nueve en el desierto y saldrá a buscar la perdida hasta que la encuentre? Y,
InmersionMesias_NTV.indd 41
8/18/2017 8:41:33 AM