Inmersion Mesias - Flipbook - Página 515
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Y oí una voz que venía del altar y decía:
«Sí, oh Señor Dios, el Todopoderoso,
tus juicios son verdaderos y justos».
Entonces el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, esto hacía que
quemara a todos con su fuego. Todos sufrieron quemaduras debido a la
descarga de calor y maldijeron el nombre de D
ios, quien tenía control
sobre todas estas plagas. No se arrepintieron de sus pecados ni se volvieron
aD
ios ni le dieron la gloria.
Después el quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y el
reino de la bestia quedó sumergido en la oscuridad. Sus súbditos rechina
ban los dientes por la angustia y maldecían al Dios del cielo por los dolores
y las llagas, pero no se arrepintieron de sus fechorías ni volvieron a D
ios.
Luego el sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y este
se secó para que los reyes del oriente pudieran marchar con sus ejércitos
sin obstáculos hacia el occidente. Y vi que de la boca del dragón, de la boca
de la bestia y de la boca del falso profeta saltaban tres espíritus malignos
que parecían ranas. Estos son espíritus de demonios que hacen milagros
y salen a reunir a todos los gobernantes del mundo para pelear contra el
Señor en la batalla del gran día del juicio de Dios, el Todopoderoso.
«Miren, ¡yo vendré como un ladrón, cuando nadie lo espere! Benditos
son todos los que me esperan y tienen su ropa lista para no tener que
andar desnudos y avergonzados».
Y los espíritus de demonios reunieron a todos los gobernantes y a sus
ejércitos en un lugar que en hebreo se llama Armagedón.
Luego el séptimo ángel derramó su copa en el aire, y desde el trono del
templo salió un fuerte grito: «¡Todo ha terminado!». Entonces rugieron
y retumbaron truenos, y salieron relámpagos; y se produjo un fuerte terre
moto, el peor desde que el hombre fue puesto sobre la tierra. La gran ciudad
de Babilonia se partió en tres secciones, y las ciudades de muchas naciones
cayeron y quedaron reducidas a escombros. Así que D
ios se acordó de todos
los pecados de Babilonia, y la hizo beber de la copa que estaba llena del vino
del furor de su ira. Entonces desaparecieron todas las islas, y las montañas
se vinieron abajo y no existieron más. Hubo una gran tormenta de granizo, y
piedras de granizo, como de treinta y cuatro kilos cada una, cayeron del cielo
sobre las personas. Maldijeron a Dios debido a la terrible plaga de granizo.
Uno de los siete ángeles que derramaron las siete copas se acercó y me dijo:
«Ven conmigo, y te mostraré la sentencia que recibirá la gran prostituta,
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