Inmersion Mesias - Flipbook - Página 502
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INMERSIÓN
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MESÍAS
3:19–4:10
aconsejo que de mí compres oro —un oro purificado por fuego— y
entonces serás rico. Compra también ropas blancas de mí, así no
tendrás vergüenza por tu desnudez, y compra ungüento para tus ojos,
para que así puedas ver. Yo corrijo y disciplino a todos los que amo.
Por lo tanto, sé diligente y arrepiéntete de tu indiferencia.
»¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la
puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos. Todos los que
salgan vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí
vencedor y me senté con mi Padre en su trono.
»Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y
entender lo que él dice a las iglesias».
Entonces, mientras miraba, vi una puerta abierta en el cielo, y la misma
voz que había escuchado antes me habló como un toque de trompeta.
La voz dijo: «Sube aquí, y te mostraré lo que tiene que suceder después
de esto». Y al instante, yo estaba en el E
spíritu y vi un trono en el cielo y
a alguien sentado en él. El que estaba sentado en el trono brillaba como
piedras preciosas: como el jaspe y la cornalina. El brillo de una esme
ralda rodeaba el trono como un arco iris. Lo rodeaban veinticuatro tro
nos en los cuales estaban sentados veinticuatro ancianos. Todos vestían
de blanco y tenían una corona de oro sobre la cabeza. Del trono salían
relámpagos y estruendo de truenos. Delante del trono había siete antor
chas con l lamas encendidas; esto es el E
spíritu de D
ios de siete aspectos.
Delante del trono también había un mar de vidrio brillante, reluciente
como el cristal.
En el centro y alrededor del trono había cuatro seres vivientes, cada
uno cubierto de ojos por delante y por detrás. El primero de esos seres
vivientes era semejante a un león, el segundo era como un buey, el tercero
tenía cara humana, y el cuarto era como un águila en vuelo. Cada uno de
los seres vivientes tenía seis alas, y las alas estaban totalmente cubiertas
de ojos por dentro y por fuera. Día tras día y noche tras noche repiten
continuamente:
«Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso,
el que siempre fue, que es, y que aún está por venir».
Cada vez que los seres vivientes dan gloria, honor y gracias al que está
sentado en el trono (el que vive por siempre y para siempre), los veinti
cuatro ancianos se postran y adoran al que está sentado en el trono (el que
vive por siempre y para siempre), y ponen sus coronas delante del trono,
diciendo:
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