Inmersion Mesias - Flipbook - Página 50
38
INMERSIÓN
•
MESÍAS
12:54–13:14
la suegra contra la nuera,
y la nuera contra la suegra”.
Entonces J esús se dirigió a la multitud y dijo: «Cuando ustedes ven que
se forman nubes en el occidente, dicen: “Viene la lluvia”. Y tienen razón.
Cuando sopla viento del sur, dicen: “Hoy será un día de mucho calor”. Y
así sucede. ¡Necios! Saben interpretar las señales del clima en la t ierra y en
los cielos, pero no saben interpretar los tiempos presentes.
»¿Por qué no pueden decidir por ustedes mismos lo que es correcto?
Cuando vayan camino al juicio con el que los acusa, traten de resolver el
asunto antes de llegar. De no ser así, su acusador podría arrastrarlos ante
el juez, quien los entregará a un oficial, que los meterá en la cárcel. Y, si
eso sucede, no los pondrán en libertad hasta que hayan pagado el último
centavo».
En esos días, le informaron a Jesús que Pilato había asesinado a varias
personas de Galilea mientras ofrecían sacrificios en el templo. «¿Piensan
que esos galileos eran peores pecadores que todas las demás personas de
Galilea? —preguntó J esús—. ¿Por eso sufrieron? ¡De ninguna manera!
Y ustedes también perecerán a menos que se arrepientan de sus pecados
y vuelvan a D
ios. ¿Y qué piensan de los dieciocho que murieron cuando
la torre de Siloé les cayó encima? ¿Acaso eran los peores pecadores de
Jerusalén? No, y les digo de nuevo, a menos que se arrepientan, ustedes
también perecerán».
Luego Jesús les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó una hi
guera en su jardín, y regresó varias veces para ver si había dado algún fruto,
pero siempre quedaba decepcionado. Finalmente le dijo al jardinero:
“Llevo tres años esperando, ¡y no ha producido ni un solo higo! Córtala,
solo ocupa espacio en mi jardín”.
»El jardinero respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año
más, y le daré un cuidado especial y mucho fertilizante. Si el año próximo
da higos, bien. Si no, entonces puedes cortarla”».
Cierto día de descanso, mientras Jesús enseñaba en la sinagoga, vio a una
mujer que estaba lisiada a causa de un espíritu maligno. Había estado
encorvada durante dieciocho años y no podía ponerse derecha. Cuando
Jesús la vio, la llamó y le dijo: «Apreciada mujer, ¡estás sanada de tu en
fermedad!». Luego la tocó y, al instante, ella pudo enderezarse. ¡Cómo
alabó ella a Dios!
En cambio, el líder a cargo de la sinagoga se indignó de que Jesús la
sanara en un día de descanso. «Hay seis días en la semana para trabajar
—dijo a la multitud—. Vengan esos días para ser sanados, no el día de
descanso».
InmersionMesias_NTV.indd 38
8/18/2017 8:41:33 AM