Inmersion Mesias - Flipbook - Página 476
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INMERSIÓN
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MESÍAS
19:41–20:17
entierros judíos, envolvieron el cuerpo de Jesús untado con las especias en
largos lienzos de lino. El lugar de la crucifixión estaba cerca de un huerto
donde había una tumba nueva que nunca se había usado. Y, como era el
día de preparación para la Pascua judía y la tumba estaba cerca, pusieron
a Jesús allí.
El domingo por la mañana temprano, mientras aún estaba oscuro, María
Magdalena llegó a la tumba y vio que habían rodado la piedra de la entrada.
Corrió y se encontró con Simón Pedro y con el otro discípulo, a quien
Jesús amaba. Les dijo: «¡Sacaron de la tumba el cuerpo del Señor, y no
sabemos dónde lo pusieron!».
Pedro y el otro discípulo se dirigieron a la tumba. Ambos iban corriendo,
pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero a la
tumba. Se agachó a mirar adentro y vio los lienzos de lino apoyados ahí,
pero no entró. Luego llegó Simón Pedro y entró en la tumba. Él también
notó los lienzos de lino allí, pero el lienzo que había cubierto la cabeza de
Jesús estaba doblado y colocado aparte de las otras tiras. Entonces el dis
cípulo que había llegado primero a la tumba también entró y vio y creyó,
porque hasta ese momento aún no habían entendido las Escrituras que
decían que Jesús tenía que resucitar de los muertos. Después cada uno se
fue a su casa.
María se encontraba llorando fuera de la tumba y, mientras lloraba, se
agachó y miró adentro. Vio a dos ángeles vestidos con vestiduras blancas,
uno sentado a la cabecera y el otro a los pies, en el lugar donde había estado
el cuerpo de Jesús.
—Apreciada mujer, ¿por qué lloras? —le preguntaron los ángeles.
—Porque se han llevado a mi Señor —contestó ella—, y no sé dónde
lo han puesto.
Dio la vuelta para irse y vio a alguien que estaba de pie allí. Era J esús,
pero ella no lo reconoció.
—Apreciada mujer, ¿por qué lloras? —le preguntó J esús—. ¿A quién
buscas?
Ella pensó que era el jardinero y le dijo:
—Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo puso, y yo iré a
buscarlo.
—¡María! —dijo Jesús.
Ella giró hacia él y exclamó:
—¡Raboní! (que en hebreo significa “Maestro”).
—No te a ferres a mí —le dijo J esús—, porque todavía no he subido al
Padre; pero ve a buscar a mis hermanos y diles: “Voy a subir a mi P
adre y
al Padre de ustedes, a mi D
ios y al Dios de ustedes”.
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