Inmersion Mesias - Flipbook - Página 457
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—Es Dios quien debería recibir la gloria por lo que ha pasado, porque
sabemos que ese hombre, Jesús, es un pecador.
—Yo no sé si es un pecador —respondió el hombre—, pero lo que sé
es que yo antes era ciego, ¡y ahora puedo ver!
—¿Pero qué fue lo que hizo? —le preguntaron—. ¿Cómo te sanó?
—¡Miren! —exclamó el hombre—. Ya les dije una vez. ¿Acaso no me
escucharon? ¿Para qué quieren oírlo de nuevo? ¿Ustedes también quieren
ser sus discípulos?
Entonces ellos lo insultaron y dijeron:
—Tú eres su discípulo, ¡pero nosotros somos discípulos de M
oisés! Sa
bemos que Dios le habló a M
oisés, pero no sabemos ni siquiera de dónde
proviene este hombre.
—¡Qué cosa tan extraña! —respondió el hombre—. A mí me sanó los
ojos, ¿y ustedes ni siquiera saben de dónde proviene? Sabemos que D
ios
no escucha a los pecadores pero está dispuesto a escuchar a los que lo ado
ran y hacen su voluntad. Desde el principio del mundo, nadie ha podido
abrir los ojos de un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de parte
de Dios, no habría podido hacerlo.
—¡Tú naciste pecador hasta la médula! —le respondieron—. ¿Acaso
tratas de enseñarnos a nosotros?
Y lo echaron de la sinagoga.
Cuando Jesús supo lo que había pasado, encontró al hombre y le preguntó:
—¿Crees en el Hijo del Hombre?
—¿Quién es, señor? —contestó el hombre—. Quiero creer en él.
—Ya lo has visto —le dijo Jesús—, ¡y está hablando contigo!
—¡Sí, Señor, creo! —dijo el hombre. Y adoró a Jesús.
Entonces J esús le dijo:
—Yo entré en este mundo para hacer juicio, para dar vista a los ciegos
y para demostrarles a los que creen que ven, que, en realidad, son ciegos.
Algunos fariseos que estaban cerca lo oyeron y le preguntaron:
—¿Estás diciendo que nosotros somos ciegos?
—Si fueran ciegos, no serían culpables —contestó J esús—, pero siguen
siendo culpables porque afirman que pueden ver.
»Les digo la verdad, el que trepa por la pared de un redil a escondidas
en lugar de entrar por la puerta ¡con toda seguridad es un ladrón y un ban
dido! Pero el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El portero
le abre la puerta, y las ovejas reconocen la voz del pastor y se le acercan. Él
llama a cada una de sus ovejas por su nombre y las lleva fuera del redil. Una
vez reunido su propio rebaño, camina delante de las ovejas, y ellas lo siguen
porque conocen su voz. Nunca seguirán a un desconocido; al contrario,
huirán de él porque no conocen su voz.
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