Inmersion Mesias - Flipbook - Página 456
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INMERSIÓN
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MESÍAS
9:4-24
Debemos llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó el que nos
envió. Pronto viene la noche cuando nadie puede trabajar; pero mientras
estoy aquí en el mundo, yo soy la luz del mundo.
Luego escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva y lo untó en los ojos
del ciego. Le dijo: «Ve a lavarte en el estanque de Siloé» (Siloé significa
«enviado»). Entonces el hombre fue, se lavó, ¡y regresó viendo!
Sus vecinos y otros que lo conocían como un pordiosero ciego se pre
guntaban: «¿No es ese el hombre que solía sentarse a mendigar?». Algu
nos decían que sí, y otros decían: «No, solo se le parece».
Pero el mendigo seguía diciendo: «¡Sí, soy yo!».
Le preguntaron:
—¿Quién te sanó? ¿Cómo sucedió?
Él les dijo:
—El hombre al que llaman J esús hizo lodo, me lo untó en los ojos y
me dijo: “Ve al estanque de Siloé y lávate”. Entonces fui, me lavé, ¡y ahora
puedo ver!
—¿Dónde está él ahora? —le preguntaron.
—No lo sé —contestó.
Entonces llevaron ante los fariseos al hombre que había sido ciego, por
que era día de descanso cuando Jesús hizo el lodo y lo sanó. Los fariseos
interrogaron al hombre sobre todo lo que había sucedido y les respondió:
«Él puso el lodo sobre mis ojos y, cuando me lavé, ¡pude ver!».
Algunos de los fariseos decían: «Ese tal Jesús no viene de Dios por
que trabaja en el día de descanso». Otros decían: «¿Pero cómo puede un
simple pecador hacer semejantes señales milagrosas?». Así que había una
profunda diferencia de opiniones entre ellos.
Luego los fariseos volvieron a interrogar al hombre que había sido ciego:
—¿Qué opinas del hombre que te sanó?
—Creo que debe de ser un profeta —contestó el hombre.
Aun así los líderes judíos se negaban a creer que el hombre había sido
ciego y ahora podía ver, así que llamaron a sus padres.
—¿Es este su hijo? —les preguntaron—. ¿Es verdad que nació ciego? Si
es cierto, ¿cómo es que ahora ve?
Sus padres contestaron:
—Sabemos que él es nuestro hijo y que nació ciego, pero no sabemos
cómo es que ahora puede ver ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él; ya tiene
edad para hablar por sí mismo.
Los padres dijeron eso por miedo a los líderes judíos, quienes habían
anunciado que cualquiera que dijera que J esús era el M
esías sería expul
sado de la sinagoga. Por eso dijeron: «Ya tiene edad suficiente, entonces
pregúntenle a él».
Por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron:
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