Inmersion Mesias - Flipbook - Página 448
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INMERSIÓN
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MESÍAS
6:12-31
Y todos comieron cuanto quisieron. Una vez que quedaron satisfechos,
Jesús les dijo a sus discípulos: «Ahora junten lo que sobró, para que no
se desperdicie nada». Entonces ellos juntaron las sobras y llenaron doce
canastos con los restos que la multitud había dejado después de comer de
los cinco panes de cebada.
La gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, exclamó: «¡No
hay duda de que es el P
rofeta que esperábamos!». Cuando J esús vio que
estaban dispuestos a hacerlo rey a la fuerza, se escabulló hacia las colinas
él solo.
Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del lago para espe
rarlo; pero al ver que caía la noche y que J esús aún no había vuelto, subie
ron a la barca y comenzaron a cruzar el lago rumbo a Capernaúm. Poco
después, se levantó un viento fuerte sobre ellos y el mar se agitó mucho.
Habían remado unos cinco o seis kilómetros cuando de pronto vieron a
Jesús caminando sobre el agua en dirección a la barca. Estaban aterrados,
pero él exclamó: «No tengan miedo, ¡yo estoy aquí!». Entonces lo recibie
ron con entusiasmo en la barca, ¡y enseguida llegaron a su destino!
Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla del
lago se dio cuenta de que los discípulos habían tomado la única barca y
que Jesús no había ido con ellos. Varias barcas de Tiberias arribaron cerca
del lugar donde el Señor había bendecido el pan y la gente había comido.
Cuando la multitud vio que ni J esús ni sus discípulos estaban allí, subieron
a las barcas y cruzaron el lago hasta Capernaúm para ir en busca de Jesús.
Lo encontraron al otro lado del lago y le preguntaron:
—Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
Jesús les contestó:
—Les digo la verdad, ustedes quieren estar conmigo porque les di de
comer, no porque hayan entendido las señales milagrosas. No se pre
ocupen tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida.
Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del
Hombre. Pues Dios Padre me ha dado su sello de aprobación.
—Nosotros también queremos realizar las obras de D
ios —contestaron
ellos—. ¿Qué debemos hacer?
Jesús les dijo:
—La única obra que D
ios quiere que hagan es que crean en quien él
ha enviado.
—Si quieres que creamos en ti —le respondieron—, muéstranos una
señal milagrosa. ¿Qué puedes hacer? Después de todo, ¡nuestros antepa
sados comieron maná mientras andaban por el desierto! Las Escrituras
dicen: “Moisés les dio de comer pan del cielo”.
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