Inmersion Mesias - Flipbook - Página 444
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INMERSIÓN
•
MESÍAS
4:26-47
—Sé que el Mesías está por venir, al que llaman Cristo. Cuando él venga,
nos explicará todas las cosas.
Entonces Jesús le dijo:
—¡Yo Soy el Mesías!
Justo en ese momento, volvieron sus discípulos. Se sorprendieron al
ver que J esús hablaba con una mujer, pero ninguno se atrevió a pregun
tarle: «¿Qué quieres de ella?» o «¿Por qué le hablas?». La mujer dejó
su cántaro junto al pozo y volvió corriendo a la aldea mientras les decía
a todos: «¡Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho
en mi vida! ¿No será este el Mesías?». Así que la gente salió de la aldea
para verlo.
Mientras tanto, los discípulos le insistían a J esús:
—Rabí, come algo.
Jesús les respondió:
—Yo tengo una clase de alimento que ustedes no conocen.
«¿Le habrá traído alguien de comer mientras nosotros no estábamos?»,
se preguntaban los discípulos unos a otros.
Entonces J esús explicó:
—Mi alimento consiste en hacer la voluntad de Dios, quien me envió, y
en terminar su obra. Ustedes conocen el dicho: “Hay cuatro meses entre la
siembra y la cosecha”, pero yo les digo: despierten y miren a su alrededor,
los campos ya están listos para la cosecha. A los segadores se les paga un
buen salario, y los frutos que cosechan son personas que pasan a tener la
vida eterna. ¡Qué alegría le espera tanto al que siembra como al que co
secha! Ya saben el dicho: “Uno siembra y otro cosecha”, y es cierto. Yo los
envié a ustedes a cosechar donde no sembraron; otros ya habían hecho el
trabajo, y ahora a ustedes les toca levantar la cosecha.
Muchos samaritanos de esa aldea creyeron en J esús, porque la mujer
había dicho: «¡Él me dijo todo lo que hice en mi vida!». Cuando salieron
a verlo, le rogaron que se quedara en la aldea. Así que J esús se quedó dos
días, tiempo suficiente para que muchos más escucharan su mensaje y
creyeran. Luego le dijeron a la mujer: «Ahora creemos, no solo por lo que
tú nos dijiste, sino porque lo hemos oído en persona. Ahora sabemos que
él es realmente el S alvador del mundo».
Pasados los dos días, Jesús siguió camino a Galilea. Él mismo había decla
rado que un profeta no recibe honra en su propio pueblo. Sin embargo, los
galileos lo recibieron bien, porque habían estado en Jerusalén durante la
celebración de la Pascua y habían visto todo lo que él hizo allí.
En su paso por Galilea, Jesús llegó a Caná, donde había convertido el
agua en vino. Cerca de allí, en Capernaúm, había un funcionario de go
bierno que tenía un hijo muy enfermo. Cuando supo que J esús había ido
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