Inmersion Mesias - Flipbook - Página 441
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J u an
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dicho esto y creyeron en las Escrituras y también en lo que J esús había
dicho.
Debido a las señales milagrosas que Jesús hizo en Jerusalén durante la
celebración de la Pascua, muchos comenzaron a confiar en él; pero Jesús
no confiaba en ellos porque conocía todo acerca de las personas. No hacía
falta que nadie le dijera sobre la naturaleza humana, pues él sabía lo que
había en el corazón de cada persona.
Había un hombre llamado Nicodemo, un líder religioso judío, de los fari
seos. Una noche, fue a hablar con J esús:
—Rabí —le dijo—, todos sabemos que Dios te ha enviado para ense
ñarnos. Las señales milagrosas que haces son la prueba de que D
ios está
contigo.
Jesús le respondió:
—Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el
reino de Dios.
—¿Qué quieres decir? —exclamó Nicodemo—. ¿Cómo puede un
hombre mayor volver al vientre de su madre y nacer de nuevo?
Jesús le contestó:
—Te digo la verdad, nadie puede entrar en el reino de D
ios si no nace de
agua y del Espíritu. El ser humano solo puede reproducir la vida humana,
pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo. Así que no te sorprendas
cuando digo: “Tienen que nacer de nuevo”. El viento sopla hacia donde
quiere. De la misma manera que oyes el viento pero no sabes de dónde
viene ni adónde va, tampoco puedes explicar cómo las personas nacen
del Espíritu.
—¿Cómo es posible todo esto? —preguntó Nicodemo.
Jesús le contestó:
—¿Tú eres un respetado maestro judío y aún no entiendes estas cosas?
Te aseguro que les contamos lo que sabemos y hemos visto, y ustedes
todavía se niegan a creer nuestro testimonio. Ahora bien, si no me creen
cuando les hablo de cosas terrenales, ¿cómo creerán si les hablo de cosas
celestiales? Nadie jamás fue al cielo y regresó, pero el H
ijo del H
ombre
bajó del cielo. Y, así como M
oisés levantó la serpiente de bronce en un
poste en el desierto, así deberá ser levantado el H
ijo del Hombre, para que
todo el que crea en él tenga vida eterna.
»Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único H
ijo, para que todo
el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
»No hay condenación para todo el que cree en él, pero todo el que no
cree en él ya ha sido condenado por no haber creído en el único Hijo de
Dios. Esta condenación se basa en el siguiente hecho: la luz de D
ios llegó
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