Inmersion Mesias - Flipbook - Página 437
JUAN
En el principio la Palabra ya existía.
La Palabra estaba con Dios,
y la Palabra era Dios.
El que es la Palabra existía en el principio con Dios.
Dios creó todas las cosas por medio de él,
y nada fue creado sin él.
La Palabra le dio vida a todo lo creado,
y su vida trajo luz a todos.
La luz brilla en la oscuridad,
y la oscuridad jamás podrá apagarla.
Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista para que contara
acerca de la luz, a fin de que todos creyeran por su testimonio. Juan no era
la luz; era solo un testigo para hablar de la luz. Aquel que es la luz verda
dera, quien da luz a todos, venía al mundo.
Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reco
noció. Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; pero a
todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a
ser hijos de Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico
como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de
un nacimiento que proviene de Dios.
Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba
lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del
único H
ijo del P
adre.
Juan dio testimonio de él cuando clamó a las multitudes: «A él me re
fería yo cuando decía: “Alguien viene después de mí que es muy superior
a mí porque existe desde mucho antes que yo”».
De su abundancia, todos hemos recibido una bendición inmerecida tras
otra. Pues la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor inagotable de
Dios y su fidelidad vinieron por medio de J esucristo. Nadie ha visto jamás
aD
ios; pero el Único, que es D
ios, está íntimamente ligado al P
adre. Él
nos ha revelado a Dios.
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