Inmersion Mesias - Flipbook - Página 433
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no tienen, entonces traman y hasta matan para conseguirlo. Envidian lo
que otros tienen, pero no pueden obtenerlo, por eso luchan y les hacen la
guerra para quitárselo. Sin embargo, no tienen lo que desean porque no
se lo piden a Dios. Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque
lo piden con malas intenciones: desean solamente lo que les dará placer.
¡Adúlteros! ¿No se dan cuenta de que la amistad con el mundo los con
vierte en enemigos de D
ios? Lo repito: si alguien quiere ser amigo del
mundo, se hace enemigo de D
ios. ¿Acaso piensan que las Escrituras no
significan nada? Ellas dicen que Dios desea fervientemente que el espíritu
que puso dentro de nosotros le sea fiel. Y él da gracia con generosidad.
Como dicen las Escrituras:
«Dios se opone a los orgullosos
pero da gracia a los humildes».
Así que humíllense delante de D
ios. Resistan al diablo, y él huirá de us
tedes. Acérquense a D
ios, y D
ios se acercará a ustedes. Lávense las manos,
pecadores; purifiquen su corazón, porque su lealtad está dividida entre
Dios y el mundo. Derramen lágrimas por lo que han hecho. Que haya
lamento y profundo dolor. Que haya llanto en lugar de risa y tristeza en
lugar de alegría. Humíllense delante del Señor, y él los levantará con honor.
Amados hermanos, no hablen mal los unos de los otros. Si se critican y se
juzgan entre ustedes, entonces critican y juzgan la ley de D
ios. En cambio,
les corresponde obedecer la ley, no hacer la función de jueces. Solo D
ios,
quien ha dado la ley, es el Juez. Solamente él tiene el poder para salvar o
destruir. Entonces, ¿qué derecho tienes tú para juzgar a tu prójimo?
Presten atención, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual
ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos di
nero». ¿Cómo saben qué será de su vida el día de mañana? La vida de us
tedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma.
Lo que deberían decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto
o aquello». De lo contrario, están haciendo alarde de sus propios planes
pretenciosos, y semejante jactancia es maligna.
Recuerden que es pecado saber lo que se debe hacer y luego no hacerlo.
Presten atención, ustedes los ricos: lloren y giman con angustia por todas
las calamidades que les esperan. Su riqueza se está pudriendo, y su ropa
fina son trapos carcomidos por polillas. Su oro y plata se han corroído.
Las mismas riquezas con las que contaban les consumirán la carne como
lo hace el fuego. El tesoro corroído que han amontonado testificará con
tra ustedes el día del juicio. Así que ¡escuchen! Oigan las protestas de los
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