Inmersion Mesias - Flipbook - Página 424
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INMERSIÓN
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MESÍAS
12:16–13:3
trastorne a ustedes y envenene a muchos. Asegúrense de que ninguno
sea inmoral ni profano como Esaú, que cambió sus derechos de primer
hijo varón por un simple plato de comida. Ustedes saben que después,
cuando quiso recibir la bendición de su padre, fue rechazado. Ya era de
masiado tarde para arrepentirse, a pesar de que suplicó con lágrimas
amargas.
Ustedes no se han acercado a una montaña que se pueda tocar, a un lugar
que arde en llamas, un lugar de oscuridad y tinieblas, rodeado por un tor
bellino, como les sucedió a los israelitas cuando llegaron al monte Sinaí.
Ellos oyeron un imponente toque de trompeta y una voz tan temible que
le suplicaron a Dios que dejara de hablar. Retrocedieron tambaleándose
bajo el mandato de Dios: «Si tan solo un animal toca la montaña, deberá
morir apedreado». Incluso M
oisés se asustó tanto de lo que vio que dijo:
«Estoy temblando de miedo».
En cambio, ustedes han llegado al monte Sión, a la ciudad del D
ios vi
viente, a la Jerusalén celestial, y a incontables miles de ángeles que se han
reunido llenos de gozo. Ustedes han llegado a la congregación de los pri
mogénitos de Dios, cuyos nombres están escritos en el cielo. Ustedes han
llegado a D
ios mismo, quien es el juez sobre todas las cosas. Ustedes han
llegado a los espíritus de los justos, que están en el cielo y que ya han sido
perfeccionados. Ustedes han llegado a Jesús, el mediador del nuevo pacto
entre D
ios y la gente, y también a la sangre rociada, que habla de perdón
en lugar de clamar por venganza como la sangre de Abel.
Tengan cuidado de no negarse a escuchar a Aquel que habla. Pues, si el
pueblo de Israel no escapó cuando se negó a escuchar a Moisés, el mensa
jero terrenal, ¡ciertamente nosotros tampoco escaparemos si rechazamos
a Aquel que nos habla desde el cielo! Cuando Dios habló desde el monte
Sinaí, su voz hizo temblar la tierra, pero ahora él hace otra promesa: «Una
vez más, haré temblar no solo la tierra, sino también los cielos». Eso sig
nifica que toda la creación será agitada y removida, para que solo perma
nezcan las cosas inconmovibles.
Ya que estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradeci
dos y agrademos a Dios adorándolo con santo temor y reverencia, porque
nuestro Dios es un fuego que todo lo consume.
Sigan amándose unos a otros como hermanos. No se olviden de brindar
hospitalidad a los desconocidos, porque algunos que lo han hecho, ¡han
hospedado ángeles sin darse cuenta! Acuérdense de aquellos que están
en prisión, como si ustedes mismos estuvieran allí. Acuérdense también
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