Inmersion Mesias - Flipbook - Página 417
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H e b reos
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pecados y por los pecados que el pueblo cometía por ignorancia. Mediante
esas ordenanzas, el E
spíritu Santo daba a entender que la entrada al Lugar
Santísimo no estaba abierta a todos en tanto siguiera en pie el tabernáculo
y el sistema que representaba.
Esta es una ilustración que apunta al tiempo presente. Pues las ofrendas
y los sacrificios que ofrecen los sacerdotes no pueden limpiar la conciencia
de las personas que los traen. Pues ese sistema antiguo solo consiste en
alimentos, bebidas y diversas ceremonias de purificación, es decir, orde
nanzas externas que permanecieron vigentes solo hasta que se estableció
un sistema mejor.
Entonces C
risto ahora ha llegado a ser el S umo S acerdote por sobre
todas las cosas buenas que han venido. Él entró en ese tabernáculo supe
rior y más perfecto que está en el cielo, el cual no fue hecho por manos
humanas ni forma parte del mundo creado. Con su propia sangre —no
con la sangre de cabras ni de becerros— entró en el L
ugar S antísimo una
sola vez y para siempre, y aseguró nuestra redención eterna.
Bajo el sistema antiguo, la sangre de cabras y toros y las cenizas de una
novilla podían limpiar el cuerpo de las personas que estaban ceremonial
mente impuras. Imagínense cuánto más la sangre de Cristo nos purifi
cará la conciencia de acciones pecaminosas para que adoremos al D
ios
viviente. Pues por el poder del E
spíritu eterno, C
risto se ofreció a sí mismo
aD
ios como sacrificio perfecto por nuestros pecados. Por eso él es el me
diador de un nuevo pacto entre Dios y la gente, para que todos los que
son llamados puedan recibir la herencia eterna que Dios les ha prometido.
Pues Cristo murió para librarlos del castigo por los pecados que habían
cometido bajo ese primer pacto.
Ahora bien, cuando alguien deja un testamento, es necesario comprobar
que la persona que lo hizo ha muerto. El testamento solo entra en vigencia
después de la muerte de la persona. Mientras viva el que lo hizo, el testa
mento no puede entrar en vigencia.
Por eso, aun el primer pacto fue puesto en vigencia con la sangre de un
animal. Pues después de que Moisés había leído cada uno de los manda
mientos de D
ios a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y las ca
bras junto con agua, y roció tanto el libro de la ley de Dios como a todo el
pueblo con ramas de hisopo y lana de color escarlata. Entonces dijo: «Esta
sangre confirma el pacto que D
ios ha hecho con ustedes». De la misma
manera roció con la sangre el tabernáculo y todo lo que se usaba para ado
rar a Dios. De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con
sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.
Por esa razón, el tabernáculo y todo lo que en él había —que eran co
pias de las cosas del cielo— debían ser purificados mediante la sangre de
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