Inmersion Mesias - Flipbook - Página 397
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M ateo
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En el camino, J esús les dijo: «Esta noche, todos ustedes me abandonarán,
porque las Escrituras dicen:
“Dios golpeará al Pastor,
y las ovejas del rebaño se dispersarán”.
Sin embargo, después de ser levantado de los muertos, iré delante de uste
des a Galilea y allí los veré».
Pedro declaró:
—Aunque todos te abandonen, yo jamás te abandonaré.
Jesús respondió:
—Te digo la verdad, Pedro: esta misma noche, antes de que cante el
gallo, negarás tres veces que me conoces.
—¡No! —insistió Pedro—. Aunque tenga que morir contigo, ¡jamás
te negaré!
Y los demás discípulos juraron lo mismo.
Entonces J esús fue con ellos al huerto de olivos llamado Getsemaní y dijo:
«Siéntense aquí mientras voy allí para orar». Se llevó a Pedro y a los hijos
de Zebedeo, Santiago y Juan, y comenzó a afligirse y angustiarse. Les dijo:
«Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte.
Quédense aquí y velen conmigo».
Él se adelantó un poco más y se inclinó rostro en t ierra mientras oraba:
«¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin
embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
Luego volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro:
«¿No pudieron velar conmigo ni siquiera una hora? Velen y oren para
que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el
cuerpo es débil».
Entonces J esús los dejó por segunda vez y oró: «¡Padre mío! Si no es
posible que pase esta copa a menos que yo la beba, entonces hágase tu
voluntad». Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró
dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos.
Así que se fue a orar por tercera vez y repitió lo mismo. Luego se acercó
a sus discípulos y les dijo: «¡Adelante, duerman y descansen! Pero miren,
ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es traicionado y entregado en
manos de pecadores. Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya
está aquí!».
Mientras J esús hablaba, llegó Judas, uno de los doce discípulos, junto
con una multitud de hombres armados con espadas y palos. Los habían
enviado los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor,
Judas, había acordado con ellos una señal: «Sabrán a cuál arrestar cuando
lo salude con un beso». Entonces Judas fue directamente a Jesús.
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