Inmersion Mesias - Flipbook - Página 385
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M ateo
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«¡Alaben a Dios por el Hijo de David!
¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor!
¡Alaben a Dios en el cielo más alto!».
Toda la ciudad de Jerusalén estaba alborotada a medida que J esús en
traba. «¿Quién es este?», preguntaban.
Y las multitudes contestaban: «Es Jesús, el profeta de Nazaret de
Galilea».
Jesús entró en el templo y comenzó a echar a todos los que compraban
y vendían animales para el sacrificio. Volcó las mesas de los cambistas y las
sillas de los que vendían palomas. Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi
templo será llamado casa de oración”, ¡pero ustedes lo han convertido en
una cueva de ladrones!».
Los ciegos y los cojos se acercaron a Jesús en el templo y él los sanó.
Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa vieron esos
milagros maravillosos y oyeron que hasta los niños en el templo gritaban:
«Alaben a D
ios por el Hijo de David».
Sin embargo, los líderes estaban indignados. Le preguntaron a Jesús:
—¿Oyes lo que dicen esos niños?
—Sí —contestó Jesús—. ¿No han leído las Escrituras? Pues dicen: “A
los niños y a los bebés les has enseñado a darte alabanza”.
Luego regresó a Betania, donde pasó la noche.
Por la mañana, cuando Jesús regresaba a Jerusalén, tuvo hambre y vio que
había una higuera junto al camino. Se acercó para ver si tenía higos, pero
solo había hojas. Entonces le dijo: «¡Que jamás vuelva a dar fruto!». De
inmediato, la higuera se marchitó.
Al ver eso los discípulos quedaron asombrados y le preguntaron:
—¿Cómo se marchitó tan rápido la higuera?
Entonces J esús les dijo:
—Les digo la verdad, si tienen fe y no dudan, pueden hacer cosas como
esa y mucho más. Hasta pueden decirle a esta montaña: “Levántate y
échate al mar”, y sucederá. Ustedes pueden orar por cualquier cosa, y si
tienen fe la recibirán.
Cuando J esús regresó al templo y comenzó a enseñar, se le acercaron los
principales sacerdotes y los ancianos.
—¿Con qué autoridad haces todas estas cosas? —le reclamaron—.
¿Quién te dio el derecho?
—Les diré con qué autoridad hago estas cosas si me contestan una pre
gunta —respondió Jesús—. La autoridad de Juan para bautizar, ¿provenía
del cielo o era meramente humana?
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