Inmersion Mesias - Flipbook - Página 364
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INMERSIÓN
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MESÍAS
10:27–11:5
se dará a conocer a todos. Lo que ahora les digo en la oscuridad, grítenlo
por todas partes cuando llegue el amanecer. Lo que les susurro al oído,
grítenlo desde las azoteas, para que todos lo escuchen.
»No teman a los que quieren matarles el cuerpo; no pueden tocar el
alma. Teman solo a Dios, quien puede destruir tanto el alma como el
cuerpo en el infierno. ¿Cuánto cuestan dos gorriones: una moneda de
cobre? Sin embargo, ni un solo gorrión puede caer a tierra sin que el Padre
lo sepa. En cuanto a ustedes, cada cabello de su cabeza está contado. Así
que no tengan miedo; para Dios ustedes son más valiosos que toda una
bandada de gorriones.
»Todo aquel que me reconozca en público aquí en la t ierra también lo
reconoceré delante de mi Padre en el cielo; pero al que me niegue aquí en
la tierra también yo lo negaré delante de mi P
adre en el cielo.
»¡No crean que vine a traer paz a la tierra! No vine a traer paz, sino
espada.
“He venido a poner a un hombre contra su padre,
a una hija contra su madre
y a una nuera contra su suegra.
¡Sus enemigos estarán dentro de su propia casa!”.
»Si amas a tu padre o a tu madre más que a mí, no eres digno de ser mío;
si amas a tu hijo o a tu hija más que a mí, no eres digno de ser mío. Si te
niegas a tomar tu cruz y a seguirme, no eres digno de ser mío. Si te aferras
a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por mí, la salvarás.
»El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe a mí re
cibe al Padre, quien me envió. Si reciben a un profeta como a alguien que
habla de parte de Dios, recibirán la misma recompensa que un profeta. Y, si
reciben a un justo debido a su justicia, recibirán una recompensa similar a
la de él. Y si le dan siquiera un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores
más insignificantes, les aseguro que recibirán una recompensa».
Cuando J esús terminó de darles esas instrucciones a los doce discípulos,
salió a enseñar y a predicar en las ciudades de toda la región.
Juan el Bautista, quien estaba en prisión, oyó acerca de todas las cosas
que hacía el Mesías. Entonces envió a sus discípulos para que le pregun
taran a J esús:
—¿Eres tú el M
esías a quien hemos esperado o debemos seguir bus
cando a otro?
Jesús les dijo:
—Regresen a Juan y cuéntenle lo que han oído y visto: los ciegos ven, los
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